El Dr. Walter Baethgen, representante del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), enfatizó la importancia de atacar la principal causa del cambio climático: las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente derivadas de la quema de combustibles fósiles.
Baethgen explicó que el calentamiento global es el principal factor detrás del cambio climático, un fenómeno que puede compararse con un invernadero, donde los gases de efecto invernadero (GEI) actúan como un techo más grueso que atrapa el calor.
La actividad humana, especialmente en los últimos 200 años, ha incrementado significativamente las emisiones de GEI, con un 75% de estas emisiones provenientes de la quema de combustibles fósiles como el petróleo, carbón y gas natural. Las restantes fuentes, incluyendo la deforestación, el manejo de residuos, la agricultura y la ganadería, constituyen solo el 25% del total de emisiones.
El consumo de carne a menudo es criticado por su impacto en el cambio climático. Sin embargo, Baethgen argumenta que reducir el consumo de carne no resolverá el problema, especialmente en países en desarrollo donde la carne es una fuente vital de nutrición.
Un punto destacado por Baethgen es la ineficiencia en la producción y distribución de energía. Las fugas de metano en minas de carbón, pozos de petróleo y sistemas de distribución de gas natural representan una porción significativa de las emisiones. Estas fugas, que no se destinan a la generación de energía, superan incluso las emisiones de metano de toda la ganadería mundial.
Baethgen subrayó que, si bien es crucial abordar las ineficiencias en todos los sectores, es vital no perder de vista que la mayor parte del problema radica en los combustibles fósiles.
La producción agropecuaria
Uruguay, con su sistema de producción basado en campos naturales, tiene una oportunidad única para contribuir a la mitigación del cambio climático. Baethgen señaló que un manejo adecuado de los pastizales puede aumentar la captura de carbono, mejorando la salud del suelo y la productividad.
Además, Uruguay se destaca por su legislación en conservación de suelos, un ejemplo a seguir a nivel mundial. Las prácticas agrícolas sostenibles, como la siembra directa y el uso de cultivos de cobertura, ayudan a mantener o aumentar el carbono en el suelo, demostrando que es posible producir de manera responsable y eficiente.
Baethgen enfatizó la importancia de la educación para combatir la desinformación y fomentar una comprensión más profunda de las prácticas sostenibles. Destacó iniciativas como la de su sobrina, quien trabaja en un programa para acercar el campo a la ciudad a través de la educación. En un mundo cada vez más urbano, es esencial que la población comprenda de dónde provienen los alimentos y las prácticas que los hacen sostenibles.
Finalmente, Bethegen llamó a mejorar la comunicación y a respaldar las afirmaciones con una ciencia robusta. Uruguay, con su matriz energética casi 100% renovable y su producción agropecuaria sostenible, tiene mucho que mostrar al mundo. Sin embargo, es crucial que estas prácticas sean verificables y que las comunicaciones sean claras y precisas para mantener la credibilidad del país.