Aquel viejo refrán “más vale prevenir, que curar” es lo que se busca por parte del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la Facultad de Agronomía y la Faculta de Veterinaria de la Universidad de la República, de cara a las pariciones y la necesidad de salvar el mayor número de corderos posibles en las primeras 72 horas de vida.
En este sentido existe un importante número de herramientas que el productor puede adoptar para lograr el objetivo, que van desde la utilización de las parideras individuales, hasta la cobertura del viento en un potrero, con una lona o bolsas de nylon a lo largo del alambrado permitiéndole así un resguardo a la majada ante las inclemencias del tiempo. A esto se le suma una serie de estrategias de suplementación previa al parto, para que la oveja tenga una mayor disponibilidad de leche para atender el o los corderos.
Pero más allá de todas las medidas que se puedan implementar, el desconocer los momentos donde estas son indispensables o se requiere algún manejo adicional a las mismas, es la clave para que tengan el mayor impacto posible. En este sentido en la página web del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (www.inia.uy) se tiene un informe de la Unidad Gras donde se visualiza las condiciones climáticas para los corderos recién nacidos. El informe se basa en un mapa del país, con una escala de colores que varía de acuerdo al nivel de riesgo previsto para cada zona del país, durante las próximas 72 horas.
Este informe de la Unidad Gras de INIA realiza un estudio de probabilidades de las condiciones para la supervivencia de los corderos en sus primeras 72 horas de vida como así también del ovino pos-esquila. Para ello se calcula un índice de enfriamiento que tiene en cuenta parámetros como la pérdida de calor, la velocidad del viento, la temperatura y posibles precipitaciones.