Por Alfredo Lago
Los agricultores del Mercosur están pautando el desarrollo del agronegocio global. Es contundente la demostración de cómo poner en práctica la innovación, la incorporación de tecnología de punta, la adopción del más ajustado y sustentable manejo del cultivo, obteniendo así el claro impacto en la oferta de alimentos al mundo.
Un sector de gran profesionalismo, de técnicos y asesores muy bien formados y capacitados, de empresas comerciales y de servicio preparadas para brindar satisfactoriamente los requerimientos necesarios del productor.
Todo esto permite capitalizar buenos y eficientes resultados productivos de las empresas agrícolas en una región del mundo favorable ambientalmente para la producción de granos, visto la calidad de los suelos y clima apto, con temperaturas acordes y un régimen de lluvias en general, adecuado.
A esto lo podríamos encuadrar en las “acciones portera adentro” (endógenas). Que es todo aquello que mayoritariamente está al alcance de las decisiones del propio productor, por cierto, que aún aquí, hay variables que no las manejamos.
Después hay todo un gran capítulo de “acciones porteras afuera” (exógenas). A esta serie de acciones la podemos dividir en dos partes. Ambas tienen enorme influencia en los resultados económicos de las empresas agrícolas.
Una, refiere a lo interno de cada país, que son las políticas públicas de los estados. Tanto las económicas (micro y macro), las tributarias, las que generan regulaciones y/o desregulaciones, etc.; influenciadas muchas veces, para un lado u otro con dinamismo, por los gobiernos de turno. Esto determina en gran medida la competitividad del agronegocio. La comparación de dichas políticas entre los países del Mercosur dista entre sí, en algunas variables, significativamente, lo que genera diferencias en la cuantificación individual de dicha competitividad de los rubros agrícolas en los distintos integrantes del bloque comercial.
Aunque ningún país del Mercosur aplica prácticas proteccionistas hacia sus sectores productivos, lo que sin dudas es buena cosa, sí, hay algunos más proactivos en el fomento de la producción y otros, en ocasiones, son un obstáculo.
Si bien, en lo relacionado a estos temas podría ampliarse muchísimo, las mismas, quedarán para próximas columnas.
Porque deseo comentar en esta oportunidad el otro importante capítulo de las cosas exógenas: que es lo relacionado con el precio de venta de nuestra producción, que pauta el ingreso bruto de la empresa agrícola.
En particular, ampliaré sobre la formación de dicho valor. Es conocido que producimos en la región alimentos por varias veces más que la necesaria para el abastecimiento del consumo de nuestras poblaciones. Por tanto, la actividad agrícola del Mercosur es de una clara y marcada vocación exportadora.
Tanto es así, que somos grandes exportadores de granos hacia todos los continentes. En soja, por ejemplo, los mayores, y ya por amplio volumen. Por cierto, que el destaque es Brasil, tanto por superficie cultivada, como por muy buena productividad, pero Argentina sigue siendo un actor de relevancia, con un Paraguay en gran crecimiento y nosotros, Uruguay, aun siendo los menores, tenemos referencia en el mercado, aun con volúmenes bastante inferiores.
Ahora bien: ¿Cómo es posible que nuestra referencia de precios siga siendo la Bolsa de Chicago?
¿Cómo explicar que siendo la región que más oferta granos al mundo, que, sin dudas, puede incidir en los valores, no haya logrado conformar una referencia propia? ¿Cómo podemos entender que cuando hay dificultades y/o restricciones de exportación por los operados norteamericanos, que hace caer el valor en Chicago, también nos afecta a nosotros? Cuando somos nosotros los que captamos esas ventas adicionales.
Esta situación genera un incremento de nuestros volúmenes de exportación.
¿No sería entonces un factor alcista para nuestros precios? Por supuesto que sí, porque es un momento de oportunidades favorables. Pero no, estamos a la espera y deseando que China vuelva a comprar soja de EEUU.
¡Insólito!
Podrá decirse: esto se ajusta con las “primas”. Pero es una forma sumamente imperfecta, incompleta y precaria para leer la realidad del comercio regional, además es muy poco transparente para el productor y con cierta pasividad del acopiador local a la hora de bregar por un valor de prima favorable que incremente nuestro precio.
A su vez, en otro orden, la cotización de los granos en las “bolsas” brinda una referencia de valor futuro al productor, lo que puede ser positivo, pero desde mi visión, agrega un factor distorsivo en la formación de los precios, visto la gran operación especulativa que se genera en esos ámbitos, principalmente en Chicago. Aplicando “ruido” desde fuera del agronegocio a los reales fundamentos (oferta y demanda).
Por estos factores digo: los operadores de comercio de los granos que producimos los cultivadores de esta región no han acompañado el avance y las mejoras que hemos tenido “porteras adentro”, y están en falta en el desarrollo regional de una herramienta de centralización de los negocios del Mercosur hacia el mundo y que sea, a través de esta, la justa forma de generación de los precios para los buenos productores agrícolas del sur de América, esto no desconocería los fundamentos a nivel global, pero, sí, aplica mayor incidencia de los factores que hacen a nuestra realidad regional, tanto productiva, política y de relacionamiento con el mundo. Esto no garantiza los mejores precios, ni tampoco que los nuestros no sean los peores, siempre seguirán estando los ciclos, buenos, regulares y malos, pero si estarán mejor relacionados.
La formación de valor va a seguir las tendencias mundiales, pero sí podríamos mitigar las “fallas de mercado” que se origen en otras latitudes, en otro hemisferio.