En un contexto de creciente resistencia de la garrapata a los compuestos químicos tradicionales, un grupo de veterinarios en el norte del país está trabajando en estrategias alternativas para el control del parásito. Uno de ellos es el Dr. Fernando Cunha, médico veterinario con práctica en establecimientos ganaderos de alto desafío parasitario, quien en los últimos dos años ha incorporado un producto biológico en base a hongos desarrollado en Tacuarembó como parte de su protocolo sanitario. "Estamos perdiendo esta pelea con los compuestos químicos", advirtió, al explicar por qué considera que los hongos representan una herramienta estratégica dentro de un sistema de rotación.

"Esto surge básicamente porque cada vez encontramos más predios con resistencia múltiple, y entonces empezamos a buscar diferentes alternativas. Así fue como hace dos años comenzamos a usar el biogarrapaticida", explicó Cunha, quien indicó que este producto se compone de tres tipos de hongos que actúan por contacto, colonizando y matando a la garrapata. 

Cunha inició las pruebas en el otoño de 2024 sobre lotes reducidos, pero al comprobar una significativa disminución de la población parasitaria, amplió progresivamente su aplicación al resto del rodeo.

Manejo práctico

El producto puede aplicarse mediante baños de aspersión o de inmersión, pero, como explicó el veterinario, "una vez que se activa tiene 72 horas de validez", lo que implica una planificación para realizar el baño de inmersión.

En cuanto al costo, en un baño por aspersión, dijo que ronda los US$ 0,90 por animal adulto, mientras que por inmersión puede ser más caro, dependiendo del volumen del pie de baño y la cantidad de animales. En este último caso, Cunha remarcó la necesidad de tener una masa crítica de animales lista para ser tratada una vez que se prepara el baño.

Un aspecto clave del protocolo es la higiene previa del baño, sobre todo si se han usado productos químicos anteriormente. "Los químicos inactivan el hongo, por eso es importante hacer una buena limpieza antes de comenzar", subrayó.

Sin residuos, ni resistencia

Uno de los beneficios principales del producto es su inocuidad. "Podemos bañar una vaca invernada y embarcarla al otro día", afirmó Cunha. Además, recalcó que los hongos no generan resistencia, lo cual permite incluso que un baño mal realizado no comprometa su efectividad a futuro.

Indicó también su inocuidad, sin dejar residuos en la carne, algo valorado ante las exigencias de los mercado internacionales, así como tampoco es tóxico para los trabajadores, "yo me he mojado con todo y no tenés ningún problema", aseguró, destacando que se trata de un insumo seguro tanto para el operario como para el animal.

Un aliado para la rotación

El producto aún no cuenta con habilitación oficial del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), pero su uso se ha expandido entre productores que enfrentan situaciones críticas. "Es una herramienta que todos los productores deberíamos empezar a considerar", planteó Cunha, quien insistió en que no se trata de una solución única, sino de un complemento dentro de un sistema de rotación sanitaria.

El uso de hongos, explicó, es más efectivo en condiciones de humedad relativa superior al 50% y temperaturas medias a bajas, por lo cual se recomienda su aplicación entre la primavera y el otoño. En los meses de verano, cuando las temperaturas aumentan y la humedad baja, el producto pierde efectividad. "Ahora, por ejemplo, desde marzo estamos utilizándolo en varios predios", indicó.

El veterinario remarcó también que la frecuencia de aplicación debe adaptarse a la carga parasitaria. En situaciones de alta infestación, el protocolo puede comenzar con baños cada 15 días. En su experiencia, aplicó cinco baños quincenales al inicio, y luego fue espaciando las aplicaciones a intervalos de 25 a 30 días, en función del monitoreo de los lotes. "La frecuencia depende de cada predio. Lo más importante es ir controlando los animales y ajustando el manejo", dijo.

Efecto en el campo

Una de las ventajas adicionales del hongo es su capacidad de persistir en el ambiente. Cunha explicó que, al bañar a los animales, los hongos quedan en su cuerpo y luego se transfieren al medio ambiente cuando los animales regresan al campo. "A medida que empezamos a bañar, empezamos a colonizar los campos con el hongo. Como sabemos, el 95% de la garrapata está en el campo, no en el animal", subrayó.

Esta característica permite que, con el tiempo, el mismo ganado actúe como vehículo de diseminación del hongo, generando un efecto de control ambiental progresivo. Además, mencionó que se han hecho ensayos pulverizando campos directamente, aunque el costo -aproximadamente US$ 25 por hectárea- puede resultar elevado para algunos establecimientos. "Se puede pensar en usarlo estratégicamente en potreros complicados o contra vecinos infestados, como una franja sanitaria", sugirió.

También se evalúa su aplicación en zonas críticas de tránsito animal, como potreros de embarque y desembarque, o áreas cercanas a caminos. No obstante, el enfoque que Cunha prioriza es el tratamiento del animal, con la finalidad de que él mismo actúe como diseminador del hongo.

"Estas son herramientas que no van a erradicar la garrapata, pero permiten convivir con ella con cargas bajas y a un costo razonable", concluyó Cunha, quien dijo estar convencido que el control del parásito a futuro, dependerá del uso masivo de los biológicos. 

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