El Consorcio de Innovación Regional de Lanas Ultrafinas del Uruguay (CRILU) realizó el pasado miércoles 11 de diciembre la entrega de la generación de carneros 2023 del Núcleo Genético Ultrafino, como es tradicional, la entrega se realizó en la Unidad Experimental de Glencoe (UEG) del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) en Tacuarembó. En esta oportunidad se presentaron los carneros más pesados y de lana más fina de los 24 años de trabajo, ejemplares que promediaron 65,6 kilogramos a los 12-14 meses y alcanzaron un diámetro de fibra de 14,5 micras.

Este logro es el resultado de la colaboración público-privada entre 84 productores consorciados, el INIA y la Sociedad de Criadores de Merino Australiano del Uruguay. Los resultados no solo impresionaron por sus características físicas, sino también por los avances genéticos registrados. Estudios confirmaron mejoras en la producción y calidad de la lana, crecimiento animal, calidad carnicera y resistencia a parásitos gastrointestinales. Además, se incorporaron por primera vez valores genéticos en eficiencia de conversión de alimento y producción de metano, lo que refuerza el compromiso con la sostenibilidad ambiental.

La importancia de estos avances radica en los índices de selección que consideran tanto aspectos productivos como económicos, lo que ha permitido incrementar la rentabilidad y calidad genética de los carneros entregados. “Este es un verdadero salto en la mejora genética ovina, fruto del esfuerzo conjunto de productores e investigadores”, destacó un representante del consorcio.

Durante la jornada, también se presentaron prácticas orientadas a la sostenibilidad de los sistemas ganaderos extensivos. Una de ellas es el manejo del campo natural basado en experimentos de largo plazo realizados en la UEG, que buscan optimizar la productividad y la conservación de recursos naturales en sistemas mixtos de producción de terneros y borregos. Además, se introdujeron cultivares de leguminosas del género Lotus, adaptados específicamente a las condiciones del Uruguay, que mejoran la fertilidad del suelo y aumentan la resiliencia frente a desafíos climáticos.

Estos avances no solo generan beneficios productivos, sino que tienen un impacto directo en las comunidades rurales. Según evaluaciones externas, el trabajo del CRILU e INIA ha aportado más de US$ 50 millones en beneficios directos, además de promover empleo y desarrollo socioeconómico en zonas remotas del norte del país.