Más allá de avanzar en la superficie sembrada en la campaña 2024/25 en Argentina, por el temor que despertaron los ataques de chicharrita en maíz, el sorgo tiene grandes posibilidades de cobrar protagonismo en la agricultura argentina y crecer aceleradamente en superficie y producción. Justifican este pronóstico sus fortalezas agronómicas –adaptación a distintos ambientes, rusticidad, buen rendimiento en años con déficits de humedad, nuevos híbridos con alto potencial de rendimiento y buen comportamiento frente a adversidades- y la demanda fluida de China, que está diversificando compras y abre sus puertos a la mercadería argentina.
El tema fue analizado en un panel de intercambio en el congreso de Aapresid, donde se compartieron los resultados de un workshop de Sorgo en el que se convocó a jugadores relevantes de la cadena, instituciones (CREA, Maizar, Aapresid y Barbechando), productores, asesores, corredores, semilleros y exportadores, para tratar de entender cuál va a ser el futuro del cultivo en la Argentina, algo que no se había hecho nunca hasta hoy. En la reunión quedó claro que el sorgo no busca competir contra el maíz, sino ocupar otro espacio por sus bondades y aplicaciones productivas e industriales. Se estimó que la siembra de sorgo puede llegar a 1,7 millones de hectáreas en la campaña 2034/35. El desafío es determinar cómo se logra eso y donde se ubica la producción adicional.
“El sorgo hoy forma parte del 3,2% de la rotación de granos gruesos de la Argentina y podría subir al 5% si se alcanzara a sembrar 1,7 millones hectáreas. Ese 5% estará muy ligado a la superficie que no tiene condiciones para otros cultivos; sería un área ganada, que no expulsaría a otros cultivos”, explicó Matías Amorosi, CEO de AZ-Group, uno de los expositores del workshop. Para expresarlo más claramente: “el sorgo no le va a ganar el mejor lote al maíz en la zona núcleo, pero sí puede ocupar tierras que no tienen capacidad para otros cultivos, como el maíz o la soja”, añadió.
El productor Juan Balbín, de General Villegas, contó que viene sembrando sorgo desde hace cuatro años en lotes con suelos aptos, donde los rendimientos de soja y maíz eran erráticos, mientras que allí “el sorgo muestra más estabilidad, soporta golpes de calor y puede demorar la floración hasta 40 días esperando las lluvias”.
La imagen tradicional del sorgo como grano usado exclusivamente para alimentación animal debería cambiar en los próximos años. Si el área sembrada 2024/25 aumenta a algo más de 1 millón de hectáreas, la producción resultante puede ser del orden de 5 millones de toneladas, y excederá largamente los requerimientos de la demanda para consumo ganadero (feedlots, tambos), que se ubica en torno a 1,7 millones de toneladas, y lo que compra la exportación, que no supera 1,5 millones. Quedarían, entonces, algo menos de 2 millones sin destino, por lo que hay que buscarle nuevos usos al sorgo.
El camino más fácil para ese propósito sería trabajar con la demanda local, porque no hay mercados de exportación importantes más allá de China. “Las compras de India se fueron apagando con el correr de los años y hoy prácticamente no demanda mercadería. Además, los países de la región pueden importar solo 150.000 toneladas”, lamentó Amorosi.
Entonces, la mirada debería dirigirse hacia la producción de biocombustibles a partir de sorgo, como el bioetanol, y sumarlo al corte para el mercado interno de las naftas. También se están haciendo estudios para validar la utilización del sorgo en la alimentación de pollos, cerdos y otros animales. En paralelo, se avanza en la industrialización para consumo humano como materia prima para la elaboración harina, con la ventaja de no poseer TACC, que lo hace apto para celíacos, y de cerveza a partir de malta de sorgo. Otro camino apunta a explorar un incremento de exportaciones hacia China.
En el mundo se producen alrededor de 55 a 65 millones de toneladas de sorgo según campañas, a partir de 40 millones de hectáreas, lo que demuestra que el rinde promedio es muy bajo. El principal productor es Estados Unidos, con el 13% del total. Luego, cuatro países son responsables del 50% de la cosecha mundial: Nigeria, Sudán, México y Brasil.
China es el principal mercado de exportación de la Argentina. Su producción interna es del orden de 3 millones de toneladas e importa de 8 a 9 millones por año. En ese país, el sorgo se destina en mayor medida al consumo forrajero, pero también se aprovecha para realizar una bebida de consumo humano.
China fue abastecida por Estados Unidos en un 90% hasta 2019, pero luego irrumpieron Australia y Argentina, por lo que Estados Unidos bajó al 70% en los últimos años. El gigante asiático no quiso depender tanto de Estados Unidos y buscó atomizar sus compras. Fuente: La Nación