La inversión global en empresas productoras de proteínas alternativas explotó en 2020. El tema está en boga, se asocia al cuidado del medio ambiente, y hay muchos inversores que observan un gran potencial de crecimiento en este tipo de empresas, por lo que están dispuestos a invertir sumas importantes de dinero.

En 2020, de acuerdo con datos dados a conocer por Good Food Industry (GFI) este tipo de empresas recibieron inversiones por US$ 3.100 millones, triplicando los US$ 1.000 millones de 2019 y multiplicando por 4,5 veces los US$ 694 millones de 2018.

Además, en los últimos 10 años estas empresas recibieron inversiones por unos US$ 6.000 millones, por lo que la mitad de ese monto se recibió el año pasado.

El fuerte de las inversiones la recibieron las empresas destinadas a la producción de alimentos en base a productos vegetales, unos US$ 2.100 millones en 2020. A su vez, las que trabajan con carne cultivada, o sintética, recibieron inversiones por US$ 360 millones (multiplicaron por seis el monto del año anterior) y las que trabajan con productos fermentados de proteínas alternativas recibieron US$ 590 millones, más que duplicando las de 2019.

Caroline Bushnell, directora de compromiso corporativo de GFI, dijo que “2020 fue un año de quiebre para las proteínas alternativas, con inversiones récord en todos los segmentos de la industria. Esta es otra señal sobre el significativo potencial que el sector privado observa en el rápido crecimiento de estas industrias. Pero, más allá de la inversión récord, se necesita más, tanto del sector privado como del público, para cubrir las urgencias del momento. Un cambio a gran escala hacia la producción de proteínas alternativas será crítico para mitigar el impacto ambiental de la producción de alimentos, en consonancia con el Acuerdo de París, para alimentar de forma sustentable a la población mundial”.