El movimiento Un Solo Uruguay tuvo este sábado su asamblea, en esta edición en formato virtual, y se volvió a insistir sobre algunos temas que marcaron el inicio de la organización, que tuvo su cuarta edición
A continuación la proclama final:
El 2020 fue un año de muchas propuestas para impulsar dichos cambios, entregamos al Poder Ejecutivo documentos sobre:
- Medidas para el endeudamiento de empresas y familias
- Propuesta sobre ajuste de precios de combustibles
- Propuestas en el área de seguridad
- Análisis sobre tarifa eléctrica
- Aportes para la ley de urgente consideración
- Propuestas económicas para coyuntura covid
- Medidas para atender las situaciones climáticas extremas como política de estado
- Relevamiento sobre la situación en seguridad rural
- Primeros aportes para retomar la actividad económica en el marco de la emergencia sanitaria
- Medidas para la reactivación económica y generación de empleo en los sectores de turismo, comercio y agroindustria.
- Política para acceso a la tierra y re poblamiento de la campaña
Cumplimos con creces aquella definición que nos dio el Serrano hace un año en Durazno:
...”Un Solo Uruguay es el derecho a la protesta, pero el deber a la propuesta”...
Propuestas que van todas en el mismo sentido, parar el retroceso, generar oportunidades de trabajo, indispensable para sostener la familia y concretar un proyecto de vida por medio del esfuerzo propio.
Todos somos conscientes de lo que ocasionó la pandemia, se perdieron miles de empresas desmantelando la estructura laboral, reconocemos la acción del gobierno asistiendo a cientos de miles de compatriotas para que mínimamente puedan cubrir las necesidades básicas. Acción necesaria y fundamental y que debe seguir hasta que se logre superar la coyuntura actual.
Pero no nos podemos olvidar que los problemas en la actividad y en el empleo son anteriores a marzo de 2020, donde se perdieron algo más de 60.000 puestos laborales desde 2014 hasta el comienzo de la pandemia, donde desaparecieron miles de empresas, básicamente pymes en todos los sectores de la economía y eso por una sola razón: El alto costo del Estado.
En este sentido hemos hablado y reclamado más allá de las propuestas. Convencidos que perdimos como país la oportunidad de bajar el presupuesto sin desatender la emergencia social, perdimos la oportunidad de eliminar organismos burocráticos innecesarios, reducir la cantidad de direcciones en los diferentes ministerios y organismos, bajar la burocracia que justifica la contratación de burócratas, es decir, reducir cargos políticos en distintos estamentos. En definitiva perdimos la oportunidad de empezar en el camino de hacer una seria y profunda reforma del Estado.
Y mientras las circunstancias adversas ocasionadas por la pandemia obligó a sectores enteros de la economía a bajar sus cortinas o a un aumento de la carga tributaria, Ej: (cómo le sucedió al sector ganadero), sin embargo los que tienen la vaca atada siguieron ajenos a las dificultades e inclusive vimos con gran expectativa una reducción del abultado salario de los jerarcas de las diferentes dependencias Estatales, una muestra de comprensión y solidaridad, que sólo duró 2 meses. Quizá pronto llegue el momento que esto se entienda desde adentro o lo concrete una iniciativa popular.
De acuerdo a datos oficiales, en 2019, del presupuesto del Mides, el 74% se lo comió la burocracia, probablemente lo mismo pasará en otros organismos del estado, por ende, el tema no es tanto de cuánto dinero, sino a que se destina y en que se gasta.
Los mismos que hoy reclaman persistentemente la renta básica, con la cual conceptualmente jamás vamos a estar de acuerdo, son los que armaron el circo para que la plata no llegue a quien más la necesita y quede básicamente en sueldos, beneficios de funcionarios y funcionamiento.
Era de esperar, por la política definida por el actual gobierno que estos indicadores mejorasen durante 2020, pero eso recién lo sabremos en la próxima rendición de cuentas.
No escapan de lo mencionado las Intendencias, dónde en muchas de ellas la superpoblación de funcionarios, jerarcas y cargos de confianza se tragan la mayor parte de lo recaudado. Incrementando permanentemente los impuestos, las tasas y las patentes, destinando algunas, apenas un 10% de lo percibido por la contribución inmobiliaria rural a solucionar el calamitoso estado de los caminos.
Capítulo aparte sería la patente única, la mayor injusticia social inventada en un gobierno que habló hasta el hartazgo de la igualdad y avalada por el Congreso de Intendentes, organismo creado para excusarse ante los vecinos de las desigualdades, la inoperancia y el incremento constante de tributos.
Y porque decimos que todo esto afecta directamente al empleo, porque este alto costo del Estado genera déficit fiscal, el cual por un lado lleva a tener una carga tributaria alta, que hoy ronda el 38%, tarifas públicas, combustibles caros y aumento de endeudamiento para cubrir el déficit. Obligando a las empresas a basar su economía en el ahorro para subsistir y no en la apuesta a invertir y reinvertir para producir más y mejor.
El aumento del endeudamiento a través de la emisión de Letras de Regulación Monetaria, estrategia que se sigue desde el Banco Central, se traduce en atraso cambiario, y continuar con el atraso cambiario cómo estrategia para bajar la inflación, merece una revisión de lo que claramente no ha sucedido en nuestro país, quizá se deba dejar el manual y la teoría y analizar los datos nacionales.
A decir de Einstein: Si los hechos no encajan en la teoría, cambie los hechos.
Esta combinación, sumada a cientos de millones de dólares pagados en aranceles y junto a los altos costos internos, nos hace perder competitividad, responsabilidad 100% Estatal, lo cual hace que las empresas exportadoras de bienes y servicios que generan el ingreso de divisas no puedan competir en el exterior, y esto resiente la generación de puestos de trabajo.
Por otra parte para las empresas que tienen su actividad en la economía interna, también los costos muy altos resienten la generación de empleo y la sobrevivencia de la unidad económica.
Este razonamiento que parece sencillo y entendido por todo el mundo, y que pareciera que cualquier gobierno debería tomar en cuenta, se contrapone con la visión híper estatista de varios partidos políticos.
Por este motivo es que Uruguay no puede contar con la libre importación de los combustibles, pero tampoco con la readecuación de la paramétrica de los mismos, por ende, y a pesar de lograr que por dos años no suba el gasoil, tendremos combustibles caros con respecto a la región por varios años más, sin dudas que perdimos una gran oportunidad de cambiar lo necesario.
Somos un país agropecuario que ha perdido la conciencia, que desestima su mayor fuente de dinero, trabajo, y bienestar social, coartando posibilidades de desarrollo a nivel local en cada paraje. No todo el agro son vacas, agricultura o forestación, una infinidad de actividades como la apicultura, la granja, la vitivinicultura, la fruticultura, etc, etc, etc, son cada vez más rehenes de los altos costos, las regulaciones, la falta de infraestructura y el desestimulo que todo ello genera, corroe las posibilidades de desarrollo, cerrando puestos laborales directos y asociados en cada pueblo, acarreando pobreza y despoblamiento.
Seguiremos hablando de esto, aunque para muchos sea llover sobre mojado.
La campaña electoral terminó en 2019 y para la próxima faltan 3 años y medio, no todo lo que hagan políticos oficialistas y opositores lo deben medir en votos, olviden por un tiempo el: “Vos o Yo”, paren de dividir y enfoquen su labor en mejorar las condiciones para la gente, no con parches, sino pensando a largo plazo.
Sepan: “Lo que es correcto no siempre es popular y lo que es popular no siempre es correcto” Debemos poner la mira hacia el Uruguay que queremos para el futuro.
Pensar en estrategias de desarrollo con el incremento de la actividad como centro de atención, requiere un gran acuerdo nacional, nos exige como sociedad acordar hacia dónde vamos mas allá de quien gestione las políticas públicas.
Tomamos la palabra de un integrante de este gobierno: “La vaca sagrada no existe, acá se discute todo” Nos debemos como país la discusión en muchos temas relegados y fundamentales como descentralización, política de fronteras y su efecto en el comercio y la granja, turismo, re poblamiento de la campaña, generación de nuevas agroindustrias, rol y peso del estado y por supuesto educación.
Se debe terminar con el discurso único de formar jóvenes en nuevas tecnologías de forma prioritaria y como la gran salida para el futuro, esto cierra puertas y rompe las expectativas a la gran mayoría, es tan valiosa la formación de un joven en tecnologías, como agronomía, carpintería, derecho o herrería. El estado no puede ser el primer generador de frustraciones, sugiriendo que hay solo un camino posible a seguir.
Como contrapartida debemos ir a un sistema educativo que esté integrado a la sociedad y no como un gueto omnipotente que no requiere de más nadie que sus actores directos.
Necesitamos una política educativa basada en el dialogo permanente entre los actores educativos, la familia, los actores productivos y los jóvenes que van a estudiar, con un compromiso de todos los partidos políticos y los actores sociales.
En cuanto al rol del estado, hemos hablado mucho de nuestra visión, un estado presente, un estado que atienda las necesidades de la sociedad, pero eficiente y con poca burocracia, un estado que estimule al emprendedor, al empresario, a la inversión nacional a la par de la extranjera, para que se generen oportunidades, que permita que cada uruguayo sienta el orgullo y la dignidad de lograr sus objetivos.
Un estado que devuelva mucho más de lo que recauda, consciente de ser administrador del dinero de la gente, que brinde servicios de calidad, y que no dilapide recursos en la maraña burocrática de cargos y más cargos que no demuestran su eficiencia, ni pueden justificar su rol en la sociedad.
Es en este último sentido, de tener un estado eficiente, eficaz, de la mayor transparencia en la información, gestionando con austeridad republicana es que hemos definido como movimiento social que somos, el trabajar por ocupar los cargos asignados en diferentes organismos del estado para representantes sociales.
Para Un Solo Uruguay es un salto importante, es un cambio en la forma de trabajo, un cambio necesario, un cambio del decir al hacer, del proponer al gestionar.
Para el 2021 el desafío de Un Solo Uruguay es presentarse con candidatos a las elecciones del BPS en los tres órdenes, empresarios, trabajadores y jubilados.