Tanto Europa como Asia, principalmente esta última, están sufriendo una crisis energética marcada por escasez de la misma y un costo de materias primas sumamente elevado.

Como consecuencia, China decidió aplicar una política de ahorro energético a través del racionamiento de energía, lo que ha provocado una disrupción en las distintas cadenas productivas, ya que las industrias son incapaces de mantener un flujo de trabajo continuo.

El gobierno busca reducir el consumo de energía teniendo en cuenta la incapacidad de producción energética a lo largo del país. El sector maderero no fue ajeno a las consecuencias de esta política y está viéndose afectado. Las consecuencias que se perciben en el mercado al momento son principalmente dos; la primera y más evidente, es una menor producción, ya que las fábricas pueden operar en el entorno de 2 a 3 días como máximo semanal, y la segunda fue el aumento sensible de los costos de construcción en madera, sobre todo con madera provenientes de coníferas.