En entrevista con Panorama Forestal, Alvaro Pérez del Castillo, director ejecutivo de Carbosur —empresa asesora y consultora en cambio climático— habló sobre lo que representa la emisión de bonos de carbono para el sector en Uruguay y dio una mirada actual sobre el mismo.
¿Como nace Carbosur?
Antes de hablar de cómo surge Carbosur, quiero hacer una puntualización. No todos los bosques en Uruguay pueden generar bonos de carbono. Todos fijan carbono, pero no todos son pasibles de comercializar bonos, ya que el mercado de los bonos de carbono se rige por un principio denominado adicionalidad. Este principio básicamente impide la generación de bonos “ad libitum” y circunscribe esta herramienta a aquellos proyectos cuya viabilidad económica se ve directamente apalancada por la misma. Este punto se ha visto ampliamente debatido en los últimos años.
En este entendido es que Carbosur se creó para asesorar a todos los proyectos forestales que se estaban desarrollando en el centro este del país, los cuales, por las características antes mencionadas, podían incorporar la fijación y emisión de bonos de carbono como un producto más generado y comercializable en el proyecto forestal. Hoy en día asesoramos directamente a tres proyectos forestales, que generan bonos de carbono a comercializar en los mercados voluntarios, además de estar en proceso de Validación de dos nuevos proyectos de gran escala.
¿Cómo evolucionó el mercado de carbono para las empresas locales?
De los proyectos que nosotros validamos en 2012, que en total acumulaban unos 15 millones de toneladas de carbono, hasta el año 2018 el mercado estuvo muerto, no se comercializó absolutamente nada. Para nosotros fue un gran desafío afrontar una realidad que fue totalmente distinta a lo proyectado. Pudimos sortear esos 6 años y en 2018 el mercado comenzó a moverse.
A raíz de distintas situaciones geopolíticas a nivel mundial, las empresas comenzaron a tener una mayor responsabilidad social-empresarial y esto dio lugar a la medición de las emisiones por parte de las empresas, el deseo de reducir las mismas y, como siempre queda un balance negativo, volcarse al mercado voluntario para adquirir bonos y llevar la ecuación a 0, o sea, pasar a ser “Carbono Neutral”.
A partir de 2018 el mercado ha ido evolucionando favorablemente, tanto en demanda como en precios, alcanzando un ritmo “fluido”. Hoy en día los interesados en adquirir estos bonos ingresan a una plataforma donde pueden visualizar los distintos proyectos y a partir de ahí contactar a los distintos propietarios para comenzar la negociación.
Hoy en día Uruguay no tiene los bonos de carbono más atractivos (“carismáticos”), siendo ejemplo de estos, aquellos que se generan a partir de protección de bosques nativos y con comunidades indígenas viviendo adentro (ej: proyectos en selva de Perú, Amazonas, etc.). Independientemente de ello, los proyectos en Uruguay han ganado prestigio, logrando un valor de mercado interesante, sobre todo aquellos que son más nuevos en el tiempo.
¿Cómo ve al sector agropecuario uruguayo?
El agro está en un muy buen momento. Lo que está pasando con la soja es fantástico, que además arrastra e impulsa otros cultivos. Si esto se mantiene para la zafra que viene va a dar lugar para que muchos productores acomoden el cuerpo y puedan ponerse a tiro. El sector forestal, que fue el menos afectado por la pandemia, sigue muy firme en términos de producción y exportación. Si bien en el año 2020 algunos productos de madera no tuvieron números satisfactorios, el sector sigue liderando el agro uruguayo y empujando a nuevos cambios. Este año se retomaron las exportaciones de chips a Portugal y se inició por primera vez la exportación de este producto a China, lo que genera buenas perspectivas de futuro.
Por su parte, la ganadería está en un auge de precios, también con señales muy positivas para todos los participantes. Este sector tiene un gran desafío y oportunidad por delante. Es esperable que, en el corto plazo, se empiece a solicitar por parte de los mercados una mayor fiscalización de la producción en términos de huella de carbono. Uruguay tiene una gran oportunidad por delante, no se desforestó ni un árbol para producir carne y esto tiene un valor enorme que debemos explotar y trasladar a lo largo de la cadena.