Afrontar varios días con olas de calor y las altas temperaturas durante el verano, determinaron en muchos casos pérdidas de productividad, que en algunos casos fueron atenuadas por medidas de manejo del ambiente, como el enfriamiento de vaca y la utilización de la sombra, por parte de los productores, sin embargo el 50% de la caída en la producción de leche se da por un manejo inadecuado de la alimentación.

El Dr. Fernando Bargo explicó, en las pasadas jornadas uruguayas de Buatría, que “el estrés calórico implica pérdidas productivas en estado corporal de la vaca y en la reproducción” principalmente. En este sentido dijo que “la forma de atenuar ese daño es básicamente a través de manejo del ambiente o en el manejo de la alimentación,  tratando de reservar para los meses de más desafíos por estrés calórico los mejores forrajes”.

El profesional argentino indicó que esta problemática trae consigo un descenso en el consumo diario de las vacas “y esa caída en el consumo explica la baja de un 50% en producción de leche, hay otro 50% que podemos trabajarlos a través de dietas que sean de mayor digestibilidad, que sean más forrajeras, con mayor disponibilidad de glucosa, todas herramientas que hoy los productores tienen”.

Recomendó en su presentación la utilización de los análisis de “la calidad del forraje” que actualmente están disponibles, pero “más allá de los parámetros tradicionales, no únicamente fibra, hay que medir la digestibilidad de la fibra, tasa de digestión, y de esa forma clasificar los forrajes, y guardarnos los forrajes de mayor tasa de digestión para los meses más desafiantes que son los meses de verano”.

Si bien la tecnología está disponible, es de baja utilización porque “hay que mostrarle al productor es que si hacemos esa inversión, luego esos datos se usan para algo, una inversión es baja cuando sirve para algo”.

En este sentido explicó que “si uno hace la cuenta en un tambo de 1.200 vacas, comiendo una vaca alrededor de 22 kilos de materia seca por día, con una dieta balanceada que debe estar costando más o menos US$ 100 o US$ 120 la tonelada de materia seca, en la cuenta da un millón y medio de dólares, que estamos invirtiendo en comida y para poder manejar bien los forrajes frente a ese valor, precisaríamos hacer entre 100 y 120 análisis de forraje por año que a US$ 80, estamos hablando de ocho a nueve mil dólares de inversión al año en análisis de forraje, entonces la inversión en baja para la información que nos puede dar”.

Bargo señaló que “uno de los problemas grandes del verano es que a raíz del estrés calórico, hay acidosis, definido por una caída del porcentaje de grasa en la leche por abajo del 3,1%, y eso lo podemos evitar a través de dietas sobre todo más forrajeras, pero sobretodo que ese forraje sea de alta digestibilidad”.