Brasil está intentando sacarle todo el rédito posible a la visita que el gobierno y empresarios está llevando adelante esta semana en Beijing, más allá del contratiempo de que el presidente Lula finalmente no pudo viajar debido a una neumonía. Entre los principales temas en carpeta figuran algunos relacionados con las exportaciones de carne.

Brasil propuso un listado de 50 frigoríficos para que Beijing los habilite a exportar a China. Son procesadores de carne vacuna, porcina y de aves, pero cerca de la mitad faenan vacunos y, de ellos, 12 son de las tres principales empresas, JBS, Marfrig y Minerva. Brasil cuenta hoy con una treintena de frigoríficos habilitados a exportar carne vacuna a China, por lo que de elevar el listado a más de 50 implicará un potencial exportador al principal destino más que trascendente.

Para Uruguay, como competidor de Brasil en el mercado chino, el mayor potencial exportador brasileño implicará una competencia creciente y, potencialmente, atentará contra la posibilidad de conseguir mejores precios.

La última vez que se dio una habilitación masiva de frigoríficos brasileños a China fue en el segundo semestre de 2019, cuando China enfrentaba la tremenda crisis de oferta de proteína animal derivada de la epidemia de peste porcina africana. La necesidad tiene cara de hereje y en aquel momento China habilitó el ingreso de todo lo que pudo para compensar el faltante de carne de cerdo.

Hasta entonces Brasil exportaba unas 20.000-30.000 toneladas mensuales de carne vacuna a China, volumen que se disparó rápidamente al entorno de las 80 mil y que alcanzó picos históricos de 130 mil toneladas a mediados del año pasado. Si se confirma una nueva habilitación masiva de plantas brasileñas el crecimiento no va a ser de proporciones similares, pero podría implicar unas 25.000-30.000 toneladas adicionales por mes, un volumen similar a lo que Uruguay exporta a este destino.

Además, analizan la posibilidad de prescindir del dólar en la operativa comercial entre ambos países. Algo que, sin dudas, va a caer muy mal en Estados Unidos, ya que iría contra la hegemonía de su moneda en el mercado internacional.

Seguramente también esté en las conversaciones entre brasileños y chinos la posibilidad de rever el protocolo sanitario y discriminar los casos de vaca loca atípicos de los clásicos. Es desproporcionado que los casos atípicos determinen la suspensión de las exportaciones, ya que no implican ningún riesgo sanitario y generan una enorme volatilidad en el mercado. Más allá de la coyuntura favorable que esto puede determinar para las exportaciones uruguayas, es una alteración del mercado que, en el mediano plazo, no le hace bien a nadie. La comprobación de eso es lo que sucedió con los precios en el segundo semestre del año pasado, que cayeron como un piano luego de haber alcanzado los máximos de la historia debido, en parte, a la suspensión de las exportaciones brasileñas por más de 100 días sobre fines de 2021, justamente debido a casos atípicos de vaca loca.