Imagínese alguien de 20 y tantos años que lo obligaron a estar durante prácticamente tres años (10%-15% de su vida) encerrado, sin salir a fiestas, sin ir a un parque o a tomar algo con sus amigos. Y, para peor, observa que en otros lados del mundo (en las tribunas durante el mundial de Qatar, por ejemplo), la gente vive una vida normal, como “en los viejos tiempos”. El día que, finalmente, le permiten salir, no se perderá oportunidad de reunirse, festejar y celebrar el reencuentro con sus pares.
Eso es lo que está sucediendo en las principales ciudades de China en los últimos días. Los millones y millones de personas que se infectaron con covid-19 (y ya se curaron), familias enteras, salen raudos a las calles, a los restoranes, fiestas o cualquier actividad que le permita encontrarse con amigos y amigas; algo esencial a cualquier edad, pero fundamentalmente para los jóvenes.
En Beijing, la capital china con 22 millones de habitantes, la cantidad de gente que se infectó en un breve lapso de dos semanas empezó a salir a borbotones. Financial Times informó que un índice de congestionamiento del tráfico realizado por Alibaba Gaode muestra que las calles tienen 50% más tránsito que un mes atrás.
Las proyecciones comienzan a ser más optimistas respecto a la evolución de la economía de China en 2023. El gasto de los consumidores cayó 6% anual en noviembre, pero las expectativas son que la tendencia se revierta. El grupo Citi prevé un crecimiento de 11% en las ventas minoristas el año que viene.
De confirmarse esta recuperación, será esencial para la demanda de los principales productos que exporta Uruguay, entre ellos carne, lácteos, granos y madera. En el caso de la carne vacuna, los inventarios del producto importado son altos en estos momentos debido a los abultados volúmenes que ingresaron a China hasta noviembre. Gradualmente, con la caída de la importación a partir de diciembre, los stocks comenzarán a bajar, y si los importadores comienzan a advertir la expectativa de una mejora de la demanda en las semanas o meses venideros, deberán a salir a comprar nuevamente con mayor intensidad en el mercado internacional.
La reversión de la situación no será inmediata, pero si las cosas ruedan como se espera, no sería de extrañar que en la segunda mitad del primer trimestre de 2023 la demanda comience a levantar. No es esperable que eso determine una escalada de precios similar a la del año pasado. Se prevé un crecimiento más cauteloso, porque las heridas provocadas en la economía este año no sanarán rápidamente, y porque además hay otros flancos débiles en la economía china (la crisis inmobiliaria) y mundial (el riesgo de recesión por los altos tipos de interés) que seguirán impactando.
Pero, si las cosas evolucionan como se prevé, hay argumentos para ser cautamente optimistas en cuanto a la demanda internacional de carne vacuna el año que viene.