Desde ayer jueves el gobierno de Brasil comunicó la suspensión de las exportaciones de carne vacuna a China, tal como establece el protocolo sanitario entre ambos países, tras la confirmación de un caso de vaca loca en un animal de 9 años en el estado de Pará.
La duración de esta suspensión es clave para saber en qué medida será un factor disruptivo del mercado. El protocolo dice que son cuatro semanas, pero en 2021 se extendió por tres meses y fue el principal factor que provocó el espiral alcista de los precios de exportación durante los primeros meses de 2022. La suba entre enero y el pico de junio de 2022 fue del orden de los US$/t 1.000, o 19%.
Que la suspensión de Brasil es un hecho alcista para los precios de exportación a China es indudable. En diciembre Brasil fue el origen de 48% de la carne vacuna que llegó a China, en tanto que el Mercosur explicó 3 de cada 4 kilos importados.
La expectativa es de una demanda china que tienda a mejorar luego de haber dejado atrás la política de cero Covid. Se proyecta que el PBI crezca 5,2% este año, de acuerdo al FMI, nítidamente por encima del magro 3,0% de 2022. Uno de los sectores clave en esta recuperación son las ventas minoristas y, entre ellas, las ventas en el rubro de hoteles y restaurantes. Allí la carne vacuna se hace fuerte.
Por lo tanto, la expectativa es que la demanda sea firme. De hecho, ya mostraba señales de recuperación en las primeras semanas del año.
En este contexto, la salida de Brasil tiene la capacidad de disparar los precios de exportación, siempre que la medida se extienda por un tiempo prudencial.
¿Es posible que se llegue nuevamente a aquellos precios máximos para el ganado del primer semestre de 2022? Lo es. Pero posiblemente no sea probable. Los importadores de China y los exportadores de Uruguay tienen demasiado fresco el recuerdo de las dificultades para hacerse de la materia prima necesaria y los precios de compra de la hacienda por encima de los valores medios de exportación durante muchas de las semanas del primer semestre del año pasado. Y en China después se hizo difícil trasladar esos precios de importación históricamente altos al mercado doméstico, impactado por la política de cero Covid.
La contracara de esta presión al alza sobre los precios es la volatilidad que este tipo de situaciones generan en el mercado. Sucedió el año pasado con la caída a pique de los precios de venta en el segundo semestre. Es posible y, en este caso, probable, que un factor disruptivo como la salida de Brasil de China provoque fuertes barquinazos en el mercado.
Habrá que estar atentos.