Ayer se cumplió una semana del autoembargo determinado por el gobierno de Brasil a las exportaciones de carne vacuna fresca a China tras el caso de vaca loca en un toro de 9 años en el estado de Pará.
Al tratarse de quien provee casi 50% de las importaciones chinas de carne vacuna, el hecho tiene un gran potencial alcista en los precios de exportación a China para los demás proveedores, fundamentalmente Argentina y Uruguay en el Mercosur, además de los países de Oceanía y Estados Unidos.
Sin embargo, la reacción del mercado en esta primera semana post autoembargo es cautelosa. Los importadores manejan precios similares a los que regían previo a esa suspensión y no parecen dispuestos a convalidar cotizaciones más altas, al menos por el momento.
Esto da la idea de que la expectativa es que la extensión de la suspensión sea relativamente corta. Pasa lo mismo si se observa el impacto en el mercado de futuros del boi gordo en Brasil, que fue fuerte para el contrato de febrero (ya vencido), moderado para marzo (una baja de 4%) e insignificante para los siguientes meses.
Si la suspensión no va más allá de un par de semanas, el impacto sobre el mercado será menor. Si se extiende por cuatro semanas —como indica el protocolo— empezará a haber un impacto más significativo, y ni que hablar si supera ese lapso.
Todo indica que China está a la espera del resultado del laboratorio canadiense, que debería confirmar que se trata de un caso atípico. La expectativa es que se dé a conocer esta misma semana. De ser así, parece probable que China resuelva retomar las compras a la brevedad. Al menos es que lo dejan entrever las autoridades sanitarias de Brasil luego de las reuniones que han tenido con sus pares chinos.