Por Yonnatan Santos Preste – Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

En la última edición de Negocios Rurales el productor referente fue Walter Carlos Romay Elorza, de cabaña La Elisa, quien repasó los inicios del rodeo Hereford más antiguo del país, analizó los desafíos, la incorporación de genética y sostuvo que Uruguay debe ofrecer el tipo de animal y de cortes que el mundo reclama.

¿Cómo nace su vinculación con el sector agropecuario?

Mi vinculación con el campo viene desde que tengo uso de razón, tanto por la familia de mi madre como por la de mi padre.

A los 23 años —actualmente tengo 61— quedé a cargo del campo en Paysandú de cabaña La Elisa, continuando la tradición familiar, porque la familia Elorza cría Hereford desde el año 1887. Es el plantel más antiguo de la raza en Uruguay. Desde entonces continuamos ese trabajo que comenzó con mi bisabuelo, mi abuelo y mi madre; yo soy la cuarta generación.

Empezamos con la cabaña, que tiene una explotación agrícola ganadera, con aptitud agrícola importante y buena productividad, y con los años fuimos acompañando todo lo que ha sido el desarrollo del sector, la evolución de las tecnologías y hoy en día tenemos una explotación que es fundamentalmente agrícola. En ganadería contamos con tres ciclos de invernada, uno a pasto natural, otro en las rotaciones agrícolas sobre alfalfa y luego con un esquema estructural de cuota 481.

 

¿Cómo ha sido el avance genético desde aquellos lejanos inicios?

Tratamos de acompañar lo que el mercado va pidiendo. Uruguay, al ser un país netamente exportador de todo lo que produce, fundamentalmente en carne, se debe adaptar a las exigencias internacionales. Estos mercados piden cada vez más calidad y esa calidad conlleva un tamaño de los cortes que va asociado también a un tamaño de las carcasas y a las edades de faena.

La genética nuestra tiende a lograr esa función: primero, que se puede criar en sistemas pastoriles como tiene Uruguay, con ganado rústico, eficiente y funcional; además, con las características que debe tener la raza Hereford, tanto como para su uso puro, como en cruzamientos.

Tenemos la línea 100% pura y también buscamos en Polled Hereford el homocigoto mocho, que, si bien es la misma raza, nunca mezclamos esas líneas, por más que en otros países se hace y hasta hay una explicación de por qué hacerlo.

En Uruguay lo que ha tenido relevancia en este modelo es el esquema agrícola intensivo, con maquinaria nuestra, gente nuestra y un equipo armado para que la empresa funcione manejando las riendas de cada elemento. Esto nos permite tener corrales y un manejo de dietas cortas para acelerar el engorde.

 

¿Qué desafíos ve para el sistema que desarrollan ustedes?

Desde el punto de vista de la producción, tenemos muy buenas aptitudes con ganados de carne muy buenos, con condiciones agrícolas no tan buenas comparadas con los animales de carne, pero da una mayor rentabilidad por hectárea.

La explotación combinada, agrícola-ganadera, permite ajustar el volumen en base a los precios y los mercados, tanto desde la escala agrícola como la hectárea ganadera, con una flexibilidad necesaria para hacer rentable a la empresa.

El esquema hoy tal vez sea lograr la apertura al mundo, que se ha hecho bien, con los mercados que cambian, con Europa que sigue siendo importante tendiendo a bajar la cuota, China hoy tiene una relevancia determinante para la carne y los granos, con problemas de aranceles que inciden mucho. Uruguay tiene muchísimo para trabajar desde el punto de vista de los productos primarios, que nos afecta directamente.

Esta pandemia que estamos atravesando —que me da orgullo como la enfrentó Uruguay— nos ha dejado muy bien parados en el mundo respecto a la región.

Los productos agropecuarios han sido fundamentales para generar divisas para el país, con una actividad que siguió funcionando, por lo que estamos en un momento en el que el sector está pujante, como en ninguna actividad económica pese a la volatilidad de los mercados.

Las tecnologías se están aplicando y razonablemente estamos mejorando en todos los términos, como genética vegetal, genética animal, utilización de gestión en todos los planos y realmente hoy Uruguay no es el mismo de hace 40 años, ni es el mismo de hace 10, porque los plazos son cada vez más cortos.

El productor tiene que producir, ser eficiente y en este caso ayudando a la gestión de la actividad pública, que de alguna manera tiene que lograr algunos tratados como país para que nos beneficie, generando nuestros propios nichos y negocios.

 

Para adelante están las oportunidades, ya que el mundo demanda el tipo de carne que produce Uruguay…

Uruguay, por volumen, siempre va a ser productor de nicho. Tenemos que producir calidad en la mayor cantidad posible, siendo competitivos.

No hay que olvidar, cuando hablamos de genética animal, que Uruguay es 80% exportador y entonces tenemos que saber qué piden los clientes que nos compran y hasta ahora parece claro que las carnes uruguayas son demandadas. Además, en la actual coyuntura hay una oportunidad ante la situación de Argentina que por razones de definiciones políticas y estructuras de producción, una vez salieron del mercado y hoy están nuevamente achicando su participación en el mercado internacional.

Eso a Uruguay le genera una posibilidad de posicionarse como marca país, de elegir a los mercados que nos pagan más. Hay algunas oportunidades que no hay que dejar pasar y hay que ser muy rápidos comercialmente.