El dato de preñez que arrojó la encuesta del INIA Treinta y Tres fue muy positivo, porque demuestra que el sector criador también responde a las señales del mercado mediante una mayor adopción de tecnologías de manejo que permiten preñar una mayor proporción de vacas.
De los 366 mil vientres diagnosticados, 80,0% estaban preñados, el segundo valor más alto en 20 años —desde que se realiza este taller— y cuatro puntos porcentuales por encima del resultado de 2021. En promedio, la diferencia entre la tasa de preñez del taller de INIA y la tasa de destete al año siguiente es del orden de 10%, por lo que se puede suponer que el destete de terneros a mediados de 2023 sea del orden del 70%. De confirmarse estos cuatro puntos porcentuales más, se compensaría la contracción del rodeo de cría de este año, derivado de la elevada faena de vientres durante todo el ejercicio 2021/22 (255 mil más que el anterior). Así, la cantidad de terneros contabilizados a mediados del año próximo se aproximaría a los 3 millones, cerca de 100 mil más que los que se estarían contabilizando al 30 de junio de 2022.
El desafío no era fácil. Buena parte del entore se había llevado adelante con condiciones forrajeras precarias derivadas de una intensa sequía que azotó a todo el país hasta mediados de enero y que se extendió por alguna semana más en el norte. Este hecho hace aun más relevante el resultado, porque indica que se tomaron las medidas necesarias para compensar, al menos parcialmente, este contratiempo.
El dato es sin dudas tranquilizador para la industria. Una cantidad de terneros en el entorno de los 3 millones es indispensable para pensar en sostener niveles de faena por encima de los 2,5 millones. También lo debería ser para quienes están realizando inversiones en los siguientes eslabones de la cadena, tanto recría como engorde.
Pero, más allá del dato puntual, lo tranquilizador es que se confirma que las señales del mercado terminan impactando en toda la cadena. Era obvio que era así, pero los largos tiempos de la ganadería hacían a veces pensar que las señales no llegaban.