Todavía es algo temprano como para realizar una proyección con un grado elevado de exactitud en cuanto a la cantidad de terneros que nacerán en la próxima primavera, pero hay una certeza: la generación será más reducida que en los años anteriores, lo que seguramente se transforme en un dolor de cabeza para la industria frigorífica cuando los animales nacidos en 2023 empiecen a llegar a peso de faena. La generación, de acuerdo a los resultados de las ecografías que se vienen realizando, tiende a ser de unos 200 mil animales menos que el promedio del trienio 2020 a 2022. El dato se sabrá recién en el segundo semestre de 2024.

En los pasados tres años la cantidad de terneros contabilizados en la declaración jurada fue, en promedio, de 2,93 millones por generación, un registro nunca antes alcanzado en el país. Cuando se dé a conocer el dato de 2023 —los terneros nacidos en la primavera pasada— seguramente el registro se encuentre en niveles similares. El problema serán los terneros que se contabilizarán en 2024.

La Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias (Opypa) del Ministerio de Ganadería había proyectado en marzo una caída del 4% en el entore de vaquillonas en 2022/23, mientras que la tasa de procreo podría disminuir 12%, lo que representaría 351 mil terneros menos en 2023/24 respecto al 2022/23. Eso llevaría la cantidad de terneros de la próxima parición a 2,55-2,60 millones de cabezas, lo cual encendería todas las alarmas, ya que sería la generación menos numerosa desde 2010, cuando se sufrieron las consecuencias de la peor sequía —antes de la actual— en lo que iba de este siglo.

De acuerdo con los datos que se vienen recabando en las ecografías, quizás la baja no sea tan pronunciada como la que había previsto Opypa en febrero, de 351 mil terneros menos. Si, como algunos profesionales veterinarios expresan, el descenso en la preñez es de 6-7 puntos porcentuales respecto al elevado dato del año pasado (80%), los diagnósticos promediarían 73-74%, lo que determinaría una tasa de destete de 63-64% si se tiene en cuenta el descenso promedio histórico entre preñez y destete. Claro que, en este año tan particular y con un difícil invierno por delante, las pérdidas entre preñez y destete quizás sean más altas.

Si finalmente el destete es de 63-64%, asumiendo un rodeo de cría al momento del entore similar al del año anterior (4,22 millones de cabezas), los terneros destetados el año que viene serían alrededor de 2,68 millones. Aunque claramente por debajo del promedio de los últimos años, serían unos 100 mil animales más que lo que daría la proyección de Opypa.

Como suele suceder, se puede mirar la mitad del vaso lleno o la mitad vacía. La mitad llena es que el impacto de la sequía en la cantidad de terneros sería muy inferior al de 2008/09, a pesar de que el déficit hídrico fue mucho mayor este año. Si las cosas se dan como se supone, serían unos 200 mil animales menos en 2024, en tanto que en 2010 el desplome de la generación fue de 450-500 mil cabezas. Esto habla muy bien del manejo y de la inversión de los criadores en su rodeo de cría, en el intento de lograr, más allá de los contratiempos, que la vaca se preñe. La mitad del vaso vacío es que, más allá de los esfuerzos realizados, de todas maneras, habrá unos 200 mil animales menos.