La ganadería es de ciclos largos y eso permite proyectar los grandes números con cierto grado de certeza. La menor tasa de preñez del rodeo de cría en el último entore, sumado a la menor cantidad de vacas de cría, determinará una caída en la producción de terneros a ser destetados en 2024 y una contracción en el volumen de exportación y, por lo tanto, en el ingreso de divisas entre fines de 2025 y buena parte de 2026.

La sequía durante el entore 2022/23 determinó una menor proporción de vientres preñados, pero, además, la cantidad de vientres se redujo en unas 100 mil cabezas. Este último ejercicio la diferencia entre tasa de preñez y destete fue de 11,5%, algo por encima de lo usual, en parte como consecuencia de la salida de más de 80 mil terneros en pie en el último cuatrimestre de este año, los que no llegaron a ser contabilizados.

El año próximo la exportación en pie se prevé en niveles similares al actual, pero el mayor descarte de vacas del rodeo de cría por haber quedado vacías seguramente determinará una brecha algo menor entre preñez y destete el año próximo. De todas maneras, oscilaría en 61-62%, con lo que se llegaría a una cifra de 2,50-2,55 millones de terneros, la menor cantidad desde 2010 —justamente, luego de la anterior gran sequía de 2008/09— y cerca de 400 mil cabezas menos que en el promedio de los últimos cuatro años.

Ese es el dato más preocupante de los informados por el SNIG respecto al rodeo vacuno. Los alrededor de 400 mil terneros menos serán un faltante en la cantidad de animales que estarán llegando a peso de faena entre el último tramo de 2025 y buena parte de 2026. Asumiendo que la mitad son machos y un descarte de vaquillonas, estarán determinando un faltante del orden de las 60-65 mil toneladas de carne. A un valor medio moderado, del orden de los US$/t 4.000, serán unos US$ 250 millones que no estarán ingresando al país por concepto de exportaciones de carne.

Es bien sabido por el sector productor que las consecuencias de las sequías no quedan de lado al momento que empieza a llover, sino que se extienden a los años siguientes, fundamentalmente en el caso de la ganadería, donde los ciclos son largos. Esta sequía 2022/23 no solo se está sintiendo en el ingreso de divisas de este año (las exportaciones de soja, por ejemplo, se redujeron en el entorno de 70%), sino que se seguirá sintiendo al menos hasta 2026, elevando la capacidad ociosa de la industria frigorífica, complicando sus números y reduciendo al ingreso de la ganadería como consecuencia de una menor cantidad de animales vendidos.