El 24 de febrero de 2022 será recordado en los libros de historia como el día en que Rusia concretó la invasión —anticipada desde Occidente y negada por el presidente ruso, Vladimir Putin—a Ucrania. Esperemos que no sea recordado como el día que comenzó la Tercera Guerra Mundial, pero es claro que Occidente no podrá quedarse de manos cruzadas viendo como Moscú los desafía y amenaza.
Las consecuencias desde el punto de vista humano y económico son potencialmente devastadoras, aunque seguramente Putin —quien tiene la iniciativa y todo el peso del conflicto en sus manos— haya elaborado una estrategia que incluye el momento de bajar el tono del conflicto, seguramente una vez haya derrocado al actual gobierno ucraniano y puesto en su lugar a otro pro ruso.
Desde el punto de vista de los mercados cárnicos el impacto puede ser grande en la medida que se produzca una brusca desaceleración de la economía mundial. Los costos de producción, en primera instancia, aumentarán fuerte. Tanto los costos energéticos como del alimento animal están presionados al alza. Ucrania y Rusia son grandes productores y exportadores de granos, principalmente trigo. La suba de costos debería presionar al alza los precios de la proteína animal. Pero hay que tener en cuenta que se trata de un alimento relativamente caro, en especial la proteína vacuna. Una brusca caída del poder adquisitivo de la población mundial determinará una transferencia de la demanda desde alimentos más caros a otros menos onerosos, lo que perjudicaría su demanda.
El primero que resentirá su demanda será Rusia, pero el conflicto está muy próximo a Europa, por lo que no es chica la posibilidad de que la demanda europea se vea resentida, impactando en una presión a la baja sobre los precios de importación.
En principio, el impacto sobre China es menor. “Los chinos viven en su propio mundo y, por el momento, los precios siguen subiendo y subiendo”, comentó ayer un bróker que opera con carne en ese país.
No muchos años atrás Rusia fue el principal importador mundial de carne vacuna. Es una suerte que ya no lo sea, porque el impacto hubiera sido muy fuerte, dado que una de las primeras sanciones impuestas por Occidente es justamente sobre la banca rusa, que no podrá operar internacionalmente. El rublo se desplomó, encareciendo el precio de los productos importados. Según el Departamento de Agricultura de EEUU, Rusia importaría este año 300 mil toneladas peso carcasa de carne bovina, lejos debajo de los más de 1 millón de toneladas de los años 2008 a 2013. No es un jugador despreciable, pero está lejos de ser de los más trascendentes.
Próximamente comenzarán a surgir proyecciones a la baja para el crecimiento mundial. Las expectativas de subas en las tasas de interés globales, algo que se daba por descontado a partir de este año, quizás sean postergadas. Las derivaciones de esta guerra son insospechadas. Hay que aguardar que prime la cordura, aunque, lamentablemente, no es lo que más destaca a Putin.