Por Andrés Oyhenard

¿Qué sensación te queda después de llegar a este convenio colectivo entre la industria láctea y su sindicato?

La primera lectura es que este conflicto hizo perder mucho a las dos partes; perdimos todos. Creo que no fue no fue productivo para nada. Para la industria y Conaprole, en particular, como fue de pública notoriedad, hubo importante faltante de productos en el mercado interno de manera y también, obviamente, una baja en la productividad de las plantas. Y el personal, aparte del desgaste de lo que es trabajar en una situación de conflicto —que es bastante incómodo y molesto—, mella las relaciones incluso dentro de las propias plantas. Eso es subjetivo, pero es real. Aparte de eso, perdieron también mucho dinero por la no realización de horas extras y todas las horas de conflicto que descontaron. Fue un conflicto que lo que hizo fue generar perjuicios para todas partes.

¿Estimaron en Conaprole cuánto se perdió por esta situación de conflictividad?

Es un poco difícil de estimarlo, porque la leche que no va para el mercado interno se va para el mercado internacional. Tampoco nosotros quisimos hacer una cuenta demasiado acabada porque son parte de la historia, pero sí fueron importantes.

 

¿Qué incluye ese convenio?

Terminamos firmando un acuerdo que básicamente lo que se ajusta es por IPC. Si bien hay unas partidas extras, en realidad se compensan con la recuperación del salario del período puente —o sea que no son significativas— y una cláusula de paz que es bastante completa. Pero como bien dice quien trabaja en el área laboral, no hay mejor cláusula de paz que unas buenas relaciones laborales. O sea que lo que hay que hacer es tratar de construir esas buenas relaciones laborales más allá de lo que pueda haber quedado escrito y documentado.

 

Hubo algunos cuestionamientos de que, dentro del acuerdo, la cláusula de paz prácticamente ya se había llevado un año del nuevo acuerdo.

La cláusula de paz es por el mismo período de tiempo que el acuerdo económico, que es de tres años. Tiene alguna variación en el tercer año, que deja liberada alguna instancia de negociación sobre todo en la discusión de categorías. Se firmó un convenio retroactivo al 1° de enero, o sea que todo este período de tiempo que pasó durante este año, obviamente que no hubo paz. Es una cláusula de paz que, desde el punto de vista de lo que plantean los abogados expertos en temas laborales, es moderna y bastante completa. Y que prevé, sobre todo, buenas instancias para la prevención de conflictos o la solución de controversias, que en realidad es a lo que uno debería apostar para que no se generen pérdidas como pasó en este último período.

 

Conaprole está muy expuesta a la realización de horas extras de su plantilla. Cada vez que el gremio toma una medida de no hacer esas horas, la producción industrial se resiente inmediatamente. ¿Se ha pensado alguna fórmula para mitigar eso?

En realidad, la no realización de horas extras va en conjunto con lo que se le llama trabajo a reglamento que, en los papeles, sería cumplir estrictamente con lo que corresponde y, en la realidad, es un trabajo a desgano, digámoslo. Si los niveles de productividad de los momentos de conflictividad fueran normales, el hecho de la no realización de horas extras no sería tan dañino. Es cierto que en algunos momentos, como es una producción tan variable, en cantidad de leche y también en el producto que se vaya a elaborar en el momento la oportunidad de negocio, en algunas instancias se apela a las horas extras porque no son situaciones estables y permanentes.

Entonces, siempre va a haber una instancia de horas extras, porque atiende la particularidad de cada producto en su momento de demanda. En realidad, si el trabajo durante el período de conflictos fuera simplemente trabajar sin horas extras, el daño sería menor. El trabajo a reglamento es una medida encubierta, en la cual el rendimiento del personal se reduce sensiblemente, mucho más allá de las horas extras.

 

A nivel de los productores se sigue con atención qué puede pasar con el precio de la leche durante la próxima zafra de primavera, en momentos donde el mercado internacional viene acumulando una tendencia marcada a la baja en las licitaciones de la plataforma de Fonterra. ¿Qué puede pasar con el precio en este arranque de ejercicio?

Todavía no tenemos definido nada aún. Lo que estamos viendo ahora es justamente cómo colocamos la leche de la primavera, que es una porción muy importante de la leche del año. Cuando los precios internacionales suben, la repercusión en el precio del productor no es inmediata, y cuando los precios internacionales bajan, pasa lo mismo.

Obviamente, si los precios internacionales bajan, termina repercutiendo en el precio que recibe el productor, no hay cómo evitarlo. Todavía estamos embarcando leche que fue vendida a otros precios y queremos evaluar un poco más cuáles son las perspectivas que se nos plantean y cómo podemos colocar por algún período más. En algunas semanas más, seguramente hayamos vendido un poco más de la leche de la primavera y tengamos el panorama más definido. Lo que es claro es que, si bajas los precios internacionales, a la corta o a la larga, repercute en el precio de la leche al productor ¿en cuánto?, lo veremos. Venimos ya desde algunas semanas con bajas consecutivas en los precios del GDT de Fonterra y el mercado está respondiendo en función de esos valores. Hoy el precio es el que marca GDT, y es una variación grosera, de unos US$ 1.000 por tonelada menos en pocos meses. Eso demuestra que la volatilidad es cada vez más grande. Agosto ya está más o menos definido y, para setiembre, veremos. Hoy no podemos adelantar nada aún para la primavera. Porque, además, no vamos a tomar una decisión para un mes. Vamos a tratar de tener un panorama para la primavera y el verano y después veremos. Estamos estudiando una fórmula para que el productor no tenga el mismo vaivén que tiene hoy.