Este domingo estará asumiendo como presidente de Argentina el “liberal libertario” (como él mismo se presenta) Javier Milei, dejando atrás dos décadas en las que, con la única excepción del período de Macri, Argentina fue gobernada por el kirchnerismo.
Milei asumirá con un escaso apoyo a nivel del Congreso, por lo que el desafío es grande para lograr buena parte de las políticas que pretende llevar adelante, fundamentalmente en lo que refiere a privatizaciones y reducción del gasto del Estado.
Pero, más allá de si podrá o no llevar adelante parte de su paquete de medidas que implicarían un cambio radical en el enfoque de Argentina, hay un camino hacia a una mayor apertura que seguro se va a recorrer. Argentina pasará a ser un competidor más duro en el mercado internacional, pero también un socio al momento de bregar por una mejor inserción de la región en los mercados.
El próximo secretario de Bioeconomía (así se llamará la cartera que llevará adelante las políticas relacionadas con el campo) será Fernando Vilella, quien presentó al equipo que estará trabajando con él y contestó preguntas de la prensa.
Vilella dijo que las primeras medidas van a tener que ver con “dar libertad para exportar”. En el caso concreto de la carne, implicará la no renovación de la prohibición de exportar siete cortes considerados “populares” (vence el 31 de diciembre). También se avanzará en la reducción o la eliminación de impuestos a la exportación, aunque los tiempos de estas decisiones todavía no están definidos. En el caso de la carne vacuna, que paga 9%, hay mayores posibilidades de que la eliminación sea bastante inmediata, en tanto que para los productos agrícolas (recurso esencial para la caja del Estado) sería más gradual. “Aún no está definida la baja de los derechos de exportación”, dijo Vilella, según la publicación Valor Carne.
Además, el futuro secretario se refirió a la necesidad de avanzar en el agregado de valor de la producción agropecuaria, yendo desde la exportación de productos agrícolas (harina de soja y maíz) hacia la exportación de proteína animal; usar esos alimentos para agregar valor en el mercado interno y exportar la carne en lugar del producto agrícola.
También se refirió a la posibilidad de avanzar hacia la trazabilidad individual del rodeo vacuno argentino y la creación de una “marca país” que mejore la inserción de los productos cárnicos argentinos en el mercado internacional.
Por supuesto, el diseño de la nueva política implica obligatoriamente reglas de juego claras y estables que promuevan la inversión en el sector.
En suma, se trata de políticas que mejorarán la competitividad de la producción primaria argentina (junto con una inevitable mejora del tipo de cambio), lo que le permitirá volver a jugar fuerte ene l mercado internacional.
Todo ello determinará un cambio en el destino de la producción cárnica argentina, con un peso relativamente mayor de la exportación en desmedro de lo que se consume en el mercado interno. Por lo tanto, Argentina será un competidor más agresivo en el mercado internacional, quizás no en el primer año de gestión (cuando el incentivo para la inversión en el sector reducirá la oferta de vientres a faena), pero sí en los siguientes.
Por lo tanto, Argentina será un competidor mucho más duro en el mercado internacional. Pero también será un aliado en la posibilidad de avanzar en acuerdos comerciales con otras regiones o países que permitan a Uruguay, en el marco del Mercosur, mejorar su inserción internacional.
Socio para acceder mejor a otros mercados y después a competir, que es la mejor forma de ser más eficientes. La competencia será más ardua, pero el cambio de sesgo en Argentina es una buena noticia para Uruguay.