Alejandro Mendoza durante una charla en la sede de la SPLF.

En el bimestre marzo-abril suele darse el grueso de las pariciones en muchos tambos a lo largo del año. Pero el partido para maximizar el potencial productivo de una nueva lactancia de las vacas o el ingreso de las vaquillonas a los rodeos comienza a jugarse antes: en el preparto. El Ing. Agr. Alejandro Mendoza, del Programa de Producción de Leche de INIA La Estanzuela, habló con La Lechera sobre algunas variables que se deben tener en cuenta para que “las vacas respondan bien” en un escenario donde hubo un buen volumen de reservas y de calidad, quizás con la “duda” sobre el contenido de almidón de algún maíz de primera que debió ensilarse cuando apretó la seca a mediados/fines de enero. “Es un otoño para hacer las cosas bien y no escatimar la comida”, consideró. Sugirió prestarle atención a si efectivamente las vacas están levantando 8-9 kg de materia seca por turno de los verdeos porque, a veces, puede ser que esté faltando 1-2 kg que hay que complementar con fibra y/o concentrados. 

El técnico recordó que, en general, las vacas “no pasan bien” el período de preparto por las olas de calor que se registran en el verano. En ese sentido, recordó algunos tips clásicos, como el manejo del confort y bienestar animal (agua, sombra, espacio para comedero de 80 cms). Hizo hincapié en que en la etapa del preparto las pasturas “no requieren calidad”, sino que más que nada hay que asegurarse que la vaca “esté comiendo”, aunque también hay que contemplar “que no engorde”.

Mendoza recalcó que el preparto es un período “clave” de la lactancia, porque desde ahí arrancan los potenciales problema de salud. “Son 40-60 días en los que se juega todo el ciclo productivo de la vaca”, resumió.

Otra de las variables a monitorear es la proteína. Las vacas requieren un 12%, y las vaquillonas 14%-15%. “Quizás puntualmente en algunos casos se requiere algún complemento proteico”, advirtió. También es relevante la prevención de la hipocalcemia, por lo que hay que asegurar un piso de magnesio, que tengan el calcio justo, poco sodio, y suministrar poco potasio, porque todo los “forrajes tienen bastante”. Las sales aniónicas pueden ser una solución para las vacas, pero no para las vaquillonas, porque pueden generar efectos negativos, precisó.

Otro paso, previo al preparto, es que la condición corporal de las vacas al momento del secado esté entre 3 y 3,5. “Ese es el punto de partida”, afirmó. Respecto al tiempo de secado, está demostrado que con 6 semanas (42 días) alcanza para vacas multíparas. En cambio, para una vaca que está en su primera lactancia, se requieren los 60 días de descanso para no comprometer el potencial productivo del próximo ciclo.

Otro lote de monitoreo, una opción

Más allá de que hoy muchos tambos tienen lotes de alta y baja, Mendoza comentó que hay casos de tambos que están con un “tercer” lote de monitoreo por unos 15-20 días para esas nuevas vacas que están ingresando a los tambos. “No es un lote para amontonar vacas, simplemente para monitorearlas y que luego las vea el veterinario para sumarlas al lote de altas”, explicó. Admitió que si bien no es una estrategia que se pueda generalizar para todos los tambos, permite que esa vaca tenga una “transición” más ordenada en la dieta que tendrá cuando ingrese al lote de alta. Mendoza recordó que usualmente las vacas recién paridas comen como máximo 4-5 kg de materia seca de raigrás y no 8 kg como las que tienen más días de lactancia. “La clave de una vaca recién parida es que coma lo máximo que pueda”, indicó. Con un lote específico para esos animales, se puede aplicar “algún diferencial” en la dieta o en la ración que se le da en el comedero, por ejemplo.

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