Por el impacto de la sequía que enmarcó toda la evolución de los cultivos en la campaña 2022/2023 y de las heladas tardías, la Secretaría de Agricultura de la Nación proyectó el viernes con una caída del 67,2% el volumen de las exportaciones argentinas de trigo, al calcularlas en 4,75 millones de toneladas, lejos de los 14,50 millones despachados en el ciclo 2021/2022. Si se tiene en cuenta el actual valor FOB para el grano fino en los puertos argentinos, el derrumbe de las ventas externas implicará una pérdida de divisas próxima a los US$ 3.773 millones.

El secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, en su cuenta de Twitter indicó hoy: “La estimación de trigo para el ciclo 2022/2023 alcanzará los 14,9 millones de toneladas, lo cual garantiza tanto el abastecimiento interno como el saldo exportable para que los privados cumplan con sus compromisos”.

En rigor, los datos oficiales marcan una oferta de 15,02 millones de toneladas, compuesta por un stock inicial de 1,72 millones de toneladas y por un volumen de la cosecha 2022/2023 que fue proyectado por el organismo en 13,30 millones de toneladas, un 39,8% debajo de los 22,10 millones de la temporada agrícola anterior.

“Agradezco el enorme esfuerzo de los productores y productoras para alcanzar un volumen de trigo que se encuentra en el promedio de la última década, a pesar de haber sufrido una de las sequías más severas de la historia”, agregó el funcionario en la red social.

Volumen

El volumen de cosecha proyectado por Agricultura en su primera valoración oficial de la campaña 2022/2023 resultó superior a los 12,50 millones de toneladas calculados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, que además estimó las exportaciones en 7,50 millones de toneladas. También quedó por encima de los 11,50 millones de toneladas pronosticados por la Bolsa de Comercio de Rosario y de los 12,40 millones estimados por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

“A la fecha se lleva cosechada el 81% de la superficie viable en el nivel nacional versus el 80% del ciclo precedente. La recolección finalizó en el NOA y en Chaco con rindes muy bajos, del orden de los 10 quintales por hectárea, siendo las zonas más afectadas por la sequía. En las provincias de Córdoba y de Santa Fe la trilla está prácticamente terminada, con rindes que promedian los 18,8 y los 23,2 quintales por hectárea, respectivamente. En Buenos Aires el avance de cosecha es del 66% y los rindes logrados son muy variables, con un promedio que se calcula en 26,8 quintales por hectárea”, detalló Agricultura en su informe mensual de estimaciones agrícolas. Agregó que unas 400 mil hectáreas de los 5,9 millones de hectáreas sembrados no se cosecharán por el impacto de la falta de humedad y de las heladas tardías.

En cuanto al resto de las variables comerciales de la campaña de trigo, el organismo estimó la molienda en 6,50 millones de toneladas, por debajo de los 6,70 millones de la campaña anterior; mantuvo la demanda para semillas y otros usos en 900 mil toneladas, y calculó las existencias finales en 2,87 millones de toneladas, por encima de los 1,72 millones del ciclo 2021/2022.

Menos cebada

El otro nuevo dato aportado por el trabajo oficial es la primera estimación sobre las cifras de la campaña 2022/2023 de cebada en Argentina. Al respecto, la producción fue calculada en 4,70 millones de toneladas por un rinde promedio nacional de 29,3 quintales por hectárea, debajo de los 5,20 millones del ciclo 2021/2022, y para las exportaciones el organismo proyectó 3,10 millones de toneladas, contra los 3,70 millones presentes.

“Al 22 del actual la cosecha avanzó sobre el 71% del área apta. Se da por finalizada en las provincias de Santa Fe y de Santiago del Estero, obteniéndose rindes muy bajos por falta de agua que afectó al cultivo a lo largo de todo su ciclo. Los promedios se ubican en 17,6 y 11,3 quintales por hectárea, respectivamente. En Córdoba y en Entre Ríos sólo restan levantar algunos lotes en la zona sur. En Buenos Aires, principal provincia productora, el avance de cosecha es del 70%”, dijo Agricultura. Fuente: La Nación – Dante Rofi