Por Andrés Oyhenard
En entrevista con Informe Tardáguila el Ing. Agr. Fabián Pereira, productor ganadero-agrícola y director comercial del Grupo GPSA, habló sobre el presente de la agricultura paraguaya, sus perspectivas a futuro, y lo que todavía está pendiente para que uno de los motores más pujantes de la economía paraguaya consolide su liderazgo y dinamismo.
¿Qué perspectiva tiene sobre la última campaña de soja tras el fuerte desplome de la anterior?
Estamos en un año diferente. El año pasado tuvimos una zafra de soja bastante golpeada que no llegó a los 4 millones de toneladas, cuando Paraguay produce normalmente entre 10 y 10,5 millones. La actual campaña arrancó bien, con buenas lluvias en setiembre, octubre, hasta que tuvimos una pequeña seca en la segunda quincena de diciembre, cuando la planta estaba en su período de llenado de grano; el calor también jugó en contra. Nos vamos a quedar lejos de los 10,5 millones de toneladas, pero se está previendo una cosecha de 8,5 a 9 millones. No va a ser de las mejores zafras, pero va a permitir que el productor tenga una recuperación gracias a los precios actuales.
¿Y qué perspectivas tienen para el maíz?
El maíz tiene un alto fundamento en lo que llamamos maíz de safriña, una vez que se cosecha la soja, que se hace entre la segunda quincena de enero y primera de febrero. El cultivo de maíz es importante, con un área que ronda los 1,1 millones de hectáreas. Aparte de eso tenemos unas 500-600 mil ha de soja de safriña; el resto queda para cobertura. En la zafra fuerte de Paraguay se implantan entre 3,5-3,6 millones de ha de soja. Eso hace que la safriña no cubra toda el área, pero permite hacer rotaciones y también generar sinergias con otros rubros como la ganadería.
GPSA maneja un proyecto de arroz en el Chaco con riego de unas 12.000 ha, ¿cómo está el negocio para este cultivo?
El arroz tampoco escapó el año pasado a la fuerte sequía que azotó a Paraguay. La zona arrocera paraguaya está muy afincada cerca del río Tebicuary, en el sur. Cuando tenemos un quiebre de lluvias, ese río es poco caudaloso y no podemos alimentar a todas las parcelas arroceras. En Paraguay tenemos cerca de 170 mil ha de arroz, de las cuales 80-90 mil están vinculadas a la cuenca del Tebicuary.
El arroz es un cultivo que depende muchísimo de la fertilización de base, de urea, de potasio, de sulfato de amonio. La suba del precio de los fertilizantes impactó mucho en los costos de producción del agricultor arrocero. Comenzamos una zafra con altos costos y sin tener una previsión de precio. Eso generó miedo e hizo que el productor arrocero invierta menos en fertilizantes para gastar menos y reducir su deuda. Luego se vio gratamente que el precio del arroz comenzó a subir. Hoy estamos con un precio de arroz con cáscara de entre US$ 280-300 por tonelada. Eso hace que el punto de equilibro para el agricultor baje y vea una luz al final del túnel, ya que con 6.000-6.500 kg por ha puede alcanzar ese nivel de equilibrio.
Las lluvias están viniendo y el arroz se está desarrollando. Estas primeras cosechas en la zona del Chaco están rindiendo bien, arriba de 9.000-9.500 kg por ha. Esto permite una rentabilidad importante con los precios que estamos viendo hoy en el mercado.
¿Qué desafíos o temas debería atender Paraguay, tanto desde el sector privado como del público, para que la agricultura siga traccionando el desarrollo del país?
La agricultura paraguaya está muy tecnificada, adoptamos mucha tecnología brasileña de semillas, maquinaria, insumos. Sí se requeriría avanzar un poco más en el uso de semilla de soja certificada para que el productor pueda estar conforme y comprar la tecnología disponible, y no apele al uso de semilla propia. Tenemos hoy semillas que son muy tolerantes a la sequía. Desde el sector productivo tenemos que ir por esa línea de comprar semillas certificadas para seguir invirtiendo en el país.
Por otro lado, toda el área maicera y sojera está centrada en la frontera con Brasil.
Después tenemos otra zona que se está desarrollando, que es la del Chaco con un cultivo alternativo: el algodón. El Chaco tiene buenos suelos, pero tiene deficiencia de lluvias y el algodón se adapta mejor a ese ambiente de menos lluvias. Hay un potencial enorme para el desarrollo de este cultivo en una zona muy amplia de Paraguay como el Chaco.
Por su parte, en todo lo que es el arroz todavía hay muchísimo por hacer en zonas como Villeta; el Bajo Chaco tiene muchísimo todavía para desarrollar al sector arrocero. Eso requiere mucha inversión y hace falta inversión del Estado en todo lo que tiene que ver con caminos y tendido eléctrico. Habría que trabajar en un tendido eléctrico paralelo al río Paraguay para que los agricultores puedan instalar las bombas y poder regar esos cultivos de arroz.