El frigorífico Rafaela Alimentos, ubicado en Casilda, Santa Fe, les anunció a sus casi 600 empleados que el próximo 15 de diciembre entran en vacaciones hasta el 6 de enero de 2025, y luego reevaluarán la crítica situación, de acuerdo con el sindicato. El caso no es el único, sino el primero que sale a la luz, pues en la industria aseguran que hay varios frigoríficos que vienen reduciendo faenas, y cerca de media docena anunciaron adelantos de vacaciones a sus empleados. Según las fuentes, se trata de una crisis que viene creciendo desde hace unos meses y, de extenderse, puede dejar en el camino a algunas plantas, según opinan varias fuentes del sector cárnico.

De acuerdo con un trader, empresarios de distintas industrias frigoríficas compararon la coyuntura actual con la “peor etapa del menemismo”, en referencia al presidente argentino Carlos Menen, que gobernó entre 1989 y 1999, “cuando producir y exportar era lo que hacía fundir a las empresas”. El operador dijo que “se está prendiendo fuego todo. Y lo peor es que nadie ve para adelante la luz”, y que, de seguir así, “son varias las plantas” que el próximo año “se funden” o “cierran sus puertas”. “Ya no importa si China paga US$ 5.000 o US$ 6.000, no es la solución”, afirmó en diálogo con Faxcarne.

Menos alarmista, desde un frigorífico argentino grande explicaron que la situación es compleja por una conjunción de situaciones estructurales y coyunturales. En el primer aspecto, recordó que en los últimos años hubo un aumento de la demanda de animales, mientras que la oferta no creció. “Aumentó el número de plantas, y las plantas existentes mejoraron en capacidad de faena, despostes, congelamiento. Hoy hay una capacidad instalada que excede las cantidades ofrecidas, ya que la producción, aunque mejoró cualitativamente, no creció al mismo ritmo: hace 20 años que se produce lo mismo”, explicó.

En cuanto a lo coyuntural, indicó que “el año pasado se faenó algo de más por la seca, por lo que este año hay una oferta alrededor de 10% menor”. Además, “el proceso de ajuste macroeconómico implica algunas asimetrías: el crawling peg del 2% (devaluación mensual del dólar oficial), con un aumento superior de algunos conceptos, como sueldos y costos de energía, hizo que se vieran incrementados los costos en dólares”.

Por otro lado, dijo que los precios de la carne en el país se ven muy limitados por el delicado poder adquisitivo de los consumidores; y recordó que los mercados externos estuvieron muy flojos este año, en parte por la bestial faena brasileña, de 37 millones de cabezas, que inundó los principales mercados de volumen.

En la misma línea, un exportador de una planta mediana dijo que “en 1978 éramos 25 millones de argentinos con 50 millones de cabezas vacunas; hoy somos 48 millones de habitantes con 50 millones de cabezas, y en la Argentina se consume el 75% de lo que producimos. Este es el gran problema”. Respecto de lo coyuntural, comentó también que los costos internos (hacienda, energía, mano de obra) están altos en dólares (más caros que Brasil que es el que marca en ritmo del mercado), y que “la inflación ya no permite tapar errores, ya no hay red y hay que mirar muy bien los números todo el tiempo”. “A todo eso se suman las retenciones, el impuesto a los créditos y débitos y otras cuestiones que en esta coyuntura complican mucho más las cosas”, indicó un gerente de exportación.

No obstante, varias de las fuentes consultadas entienden que hay una buena perspectiva en el mediano plazo para la exportación, que podría ayudar a paliar el panorama, y esperan que, en el plano interno, se terminen de reacomodar las variables como consecuencia del drástico proceso de saneamiento macroeconómico llevado a cabo por el gobierno de Javier Milei, que por estos días está cumpliendo su primer año.