La National Cattlemen’s Beef Association (NCBA) de Estados Unidos sostiene que el Acuerdo de Libre Comercio entre EEUU y Australia beneficia de forma desproporcionada a los productores australianos, quienes han tenido acceso irrestricto al mercado estadounidense durante dos décadas. Mientras tanto, la carne fresca de EEUU sigue bloqueada en Australia por lo que la NCBA califica como medidas de bioseguridad excesivas. En los últimos 20 años, mientras Australia exportó a EEUU por US$ 28.700 millones, Estados Unidos solo colocó productos de carne vacuna cocinados por US$ 31 millones.
El grupo exige “reciprocidad” si persisten estas restricciones y destaca la fuerte presencia de Wagyu australiano en el mercado estadounidense, afirmando que perjudica a los productores locales, informó Beef Central.
“Además, el USDA debería iniciar una auditoría completa de los estándares australianos de salud animal para el ganado y de los estándares de inocuidad alimentaria de la carne de res y sus productos”, dijo el NCBA.
“Esto también debería tener en cuenta la tasa de envíos rechazados en la aduana de EE. UU. durante los últimos cinco años y, de ser necesario, aumentar las inspecciones al 100 por ciento hasta que se realicen más auditorías que confirmen que se han resuelto los problemas sistémicos”, agregó.
Cattle Australia respondió que su sistema de bioseguridad, basado en la ciencia, es innegociable. Su director ejecutivo, el Dr. Chris Parker, enfatiza que el Gobierno australiano establece los protocolos de importación según criterios estrictamente científicos y recalca el superávit comercial que mantiene EEUU en el sector agropecuario con Australia. A pesar del acuerdo firmado en 2024 para colaborar en temas como sanidad animal y sostenibilidad, ambas entidades siguen profundamente enfrentadas en cuanto al acceso al mercado.
La NCBA también propone limitar o suspender las importaciones de carne vacuna procedente de Brasil y Paraguay, y rechaza aumentar el acceso de Argentina. Pide al presidente Trump que “responsabilice a Australia”, sugiriendo salvaguardas basadas en volumen para la carne australiana, así como una auditoría completa de sus estándares de sanidad animal, con el fin de “nivelar el terreno de juego” para los productores estadounidenses.