En el corazón de las regiones del basalto y las sierras del este se está gestando una revolución silenciosa en el campo, fruto de casi cinco años de esfuerzo conjunto que ahora culmina con el lanzamiento de un práctico manual de buenas prácticas ganaderas.

El proyecto Ganadería Familiar Resiliente, liderado por Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR) y respaldado por el área de Producción Familiar del INIA, ha reunido a 46 familias ganaderas de seis sociedades de fomento rural, marcando un antes y un después en la forma de enfrentar la variabilidad climática y elevar la productividad sin incrementar costos.

La iniciativa, financiada a través de EUROCLIMA+ por medio de la agencia FIIAPP de España y del Instituto Nacional de Carnes (INAC) de Uruguay, se ha caracterizado por su enfoque en la co-innovación y la asistencia técnica personalizada. Este esfuerzo ha permitido que cada familia, en función de las particularidades de su ciclo productivo, adopte medidas que aseguran una mejor gestión del pastoreo, un manejo nutricional y reproductivo adecuado, y estrategias de sanidad animal y planificación predial que resguardan el bienestar y la rentabilidad de sus explotaciones. La publicación Buenas prácticas ganaderas recomendadas para sistemas ganaderos criadores sobre campo natural ofrece orientaciones específicas para cada estación del año, siendo el otoño una época crucial en la toma de decisiones para destetar, ajustar cargas y planificar el manejo invernal.

INAC publicó en su web un video con las expresiones de distintos productores, de varias zonas del país, hablando de las principales variables a ajustar durante el otoño. La coordinadora del proyecto, la Ing. Agr. María Eugenia Carriquiry, subraya en este video que “las buenas prácticas ganaderas son medidas tecnológicas validadas a nivel nacional que permiten a los sistemas mejorar sus niveles de productividad e ingresos sin incrementar los costos”, resaltando el impacto positivo que estas recomendaciones tienen en la resiliencia de las explotaciones.

Para la productora ganadera Mónica Muller, de la SFR Colonia Artigas, en Artigas, el destete de los terneros es un proceso meticuloso que se ejecuta con precisión, ya que “la vaca tiene que deshacerse del ternero porque ya está preñada y se acerca el invierno, lo que exige una recuperación oportuna”. Estas expresiones se complementan con la visión de Rosalino Bonini, productor de la SFR de Vera y Cañas en Salto, quien destaca la importancia de no cargar a las vacas con terneros durante el invierno, asegurando que “ese invierno la pasaría muy mal con un ternero al pie”, y con la perspectiva de Agustín Fronzutti, de la SFR Pan de Azúcar, en Maldonado, que explica cómo la venta de terneros y piezas de cría, realizada generalmente en marzo o principios de abril, permite ajustar las cargas de manera estratégica.

El ajuste de carga y la precisión en el manejo productivo cobran un matiz especial cuando productores como Daniel y Pía Aldabalde de SFR Ortíz, en Lavalleja, y Elda González de la SFR Vera y Cañas, en Salto, cuentan que la toma de decisiones se fundamenta en técnicas como la ecografía, las cuales permiten certificar la preñez y determinar el momento idóneo para suplementar o reducir el stock. Lorenzo Rodríguez, de la SFR Ruta 109, de Rocha, por su parte, insiste en la importancia de certificar anualmente la condición corporal de las vacas, garantizando que ingresen al invierno en óptimas condiciones.

Estos testimonios, cargados de experiencia y compromiso, reflejan una realidad donde cada decisión está orientada a optimizar el rendimiento y asegurar la sostenibilidad en el campo.

El proyecto Ganadería Familiar Resiliente no solo ha dejado una impronta en términos de innovación tecnológica y buenas prácticas, sino que también ha generado un sentimiento de alivio y satisfacción entre los productores, quienes destacan la efectividad de las recomendaciones para evitar pérdidas durante las temporadas más críticas.

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