La industria frigorífica, ávida por hacerse de materia prima, cubre el faltante de novillos con vientres de manera de hacer frente a una demanda internacional muy ávida por el producto. Hasta el momento eso no ha determinado un quiebre en el rodeo de cría en Uruguay, pero la luz comienza a tomar un tinte amarillo a partir de la corriente zafra 2018/19 que está ingresando en su recta final. No es momento de quitarle oportunidades de venta a la cría, porque se podría estar comprometiendo la máquina de producción para el futuro.
En lo que va de la presente década, en los ejercicios agrícolas en los que la faena de vientres (vacas y vaquillonas) fue inferior al 17% del stock inicial de animales de estas categorías, el rodeo de cría aumentó. Así, entre junio de 2011 y junio de 2016, la cantidad de vientres creció en casi 650 mil cabezas a casi 6,6 millones por primera vez en la historia productiva del país, de las que 4,7 millones eran vacas y 1,9 millones vaquillonas.
En los dos ejercicios siguientes el porcentaje de vientres faenados creció a 17-18% y sus existencias comenzaron a mostrar una tenue caída. Pero esta se dio en la cantidad de vaquillonas, que se contrajo en 200 mil cabezas en dos años, en tanto el stock de vacas se mantuvo prácticamente estabilizado por encima de los 4,7 millones de cabezas, con más de 4,2 millones en el rodeo de cría.
Al contraerse las existencias de novillos jóvenes por la exportación de terneros en pie, los corrales de engorde optaron por encerrar vaquillonas para cubrir la demanda de la cuota 481. Pero el remanente de vientres jóvenes siguió siendo suficiente para compensar el refugo de vacas de cría, lo que permitió que se sostenga la máquina de producción de terneros. Dejó de crecer, pero no caía.
En el ejercicio 2018/19, ya próximo a su final, se habrán faenado 19,5% de los vientres. Ahora sí, con esta proporción, habrá un impacto en el rodeo de cría. De acuerdo con las proyecciones realizadas por Tardáguila Agromercados, el rodeo de cría al 30 de junio próximo se ubicará algo por encima de 4,6 millones de cabezas, unos 100 mil menos que un año antes. Nada como para escandalizarse, porque a pesar del descenso, seguirá siendo una cantidad mayor que la que hubo en el país hasta el año 2013. Pero de todas maneras enciende una luz amarilla porque, de mantenerse la tendencia, se estaría comenzando a comprometer la máquina de producción de terneros y, por ende, la oferta futura.
Para que ello no suceda, el sector criador debe lograr precios compensatorios por su producto, que lo lleven a tomar la decisión de mantener la vaca en el rodeo de cría. Claro que actualmente la industria tienta mucho con los precios que pasa, pero las referencias de la cría se han valorizado en consonancia —o similar— con los del gordo. Mirando el mediano y largo plazo, para la cría es clave que siga teniendo la mayor cantidad de puertas abiertas donde comercializar su producción, incluyendo la exportación en pie.
La semana próxima el INAC presentará un trabajo sobre beneficios y contras de la exportación de ganado en pie. Sin dudas, la muy numerosa salida de terneros en los pasados ejercicios —en especial en 2017/18— es un dolor de la cabeza para la industria. Pero cercenar esta posibilidad a la cría sería pegarse un tiro en el pie, comprometiendo la oferta futura de animales para faena. De hecho, en una perspectiva histórica, desde que está abierta la posibilidad de exportar hacienda en pie, creció el rodeo y también la faena. No es bueno tomar decisiones que afectan el largo plazo por situaciones coyunturales.