Susana Vaz (42) era maestra preescolar e Ignacio Fontes (43) carpintero en Sarandí Grande. En el año 2008 surgió un cambio de rumbo radical que decidieron no dejar pasar para salir de la zona de confort e incursionar en una nueva forma de vida. Primero fueron como empleados de un pequeño tambo de los padres de Susana, hasta que poco a poco se fueron haciendo camino al andar para hoy manejar una superficie de 500 hectáreas y ordeñar 400 vacas con un promedio de 23 litros diarios. A continuación, la entrevista que este matrimonio con dos hijos (Facundo y Agustina) mantuvo con La Lechera.

¿Cómo se dio el ingreso de ustedes a la lechería?

En 2008 el padre Susana nos ofreció ser sus empleados en un tambo más pequeño que tenía pegado a su explotación. Unos meses después, sugirió la posibilidad de establecer una asociación en la que él nos daba las vacas y nosotros aportaríamos nuestro trabajo para trabajar a medias. Arrancamos con 44 vacas en una superficie arrendada de 72 ha. En 2015 nos surgió la posibilidad de arrendar un campo lindero de 130 ha, que lo dejamos para hacer recría, reservas y algo de ganadería.

¿La explotación siguió creciendo después?

En 2017 mi suegro se jubiló y nos vendió todas vacas, las mejoras y el ganado de una fracción pegada que tenía del Instituto Nacional de Colonización (INC) con una superficie de 130 ha. También en ese entonces surgió la posibilidad de sumar otro campo arrendado con una superficie similar. Hace cuatro meses construimos una nueva sala de ordeñe y fusionamos las dos salas, por así decirlo. Así que ahora tenemos un solo tambo en el predio más grande donde somos colonos.

En total, hoy trabajamos sobre una superficie de 470 ha, de las cuales 300 ha están destinadas al tambo. Estamos ordeñando 403 vacas en dos lotes y nos quedan unos 30 partos para este año.

El promedio diario hoy ronda los 23,5 litros por vaca. El rodeo es básicamente Holando y algo de Jersey. Hace un tiempo tomamos la decisión de dejar de cruzar las razas. Actualmente tenemos trabajando como empleados a dos familias en el tambo y dos muchachos solos, son seis en total.

Comenzaron hace relativamente poco tiempo a utilizar el sistema de medición de pasturas de la SPLF y OliviaAgro.

Si bien hace apenas un par de meses que comencé a utilizarlo, me impresionó lo rápido que comenzamos a cambiar la forma de gestionar el pasto. Por ejemplo, la técnica que nos asesora nos hizo ver que teníamos pastura suficiente para que el lote de punta (hace un mes atrás tenía un turno de encierro) se pudiera pastorear todo el tiempo. A nosotros muchas veces nos pasaba que quizás, macheteando el pasto, terminamos consumiendo pasturas pasadas, quizás en parte por tener una actitud un poco conservadora y cierto temor a quedarse sin pasturas; quizás terminaba perdiendo litros de leche. Vamos a ver ahora cómo nos va en esta primavera. Creo que fue una buena decisión haber incorporado la medición de pasturas previo a la baja del precio de la leche, porque aprovechar mejor el pasto va a ser vital.

¿Cómo está siendo para ustedes la salida de la sequía? ¿Han incursionado en muchas deudas?

Cada tambo tiene su propio mundo. Actualmente, no estamos produciendo la cantidad de leche que deberíamos. Creo que esto se debe en parte a que durante la sequía decidimos no endeudarnos y dimos lo que teníamos a las vacas y tienen memoria. No somos muy partidarios de endeudarnos, por lo que estamos considerando revisar nuestras vacas más productivas y quizás reducir el tamaño del rodeo, acelerar el proceso de descarte y enfocarnos en una gestión más eficiente en un sistema lo más pastoril posible.

Son una familia relativamente nueva dentro de la lechería y con una formación un poco diferente de lo habitual, ¿están arrepentidos de haber incursionado en el sector?

Al contrario. Claro que están los días que te bajonéas por una cosa u otra. En general, no estamos arrepentidos. Cuando decidimos mudarnos, lo hicimos con la intención de crecer. Aunque tenía mi carpintería y había trabajo, sentíamos que estábamos estancados. Siempre aspiramos a más, por eso tomamos esa decisión. Ahora, en retrospectiva, nos damos cuenta de que disfrutamos lo que hacemos. Trabajamos con entusiasmo y dedicación, y aunque el trabajo puede ser agotador a veces, lo realizamos con gusto.

Siempre voy a estar muy agradecido a mi suegro que nos dio la oportunidad, confió y nos fue preparando de a poco para incursionar en la lechería. Eso lo valoro mucho. De cierta forma se dio un recambio generacional. Mis suegros comenzaron a remitir a Conaprole en diciembre de 1972.

Además de la medición de pasturas, ¿utilizan algún otro servicio de la SPLF?

Sí, hace tres o cuatro años comenzamos a utilizar el servicio de gestión de efluentes líquidos y también toda la parte de gestión administrativa, BPS, etc. Además, este año comenzamos con el campo de recría, porque tenemos una fracción arrendada que está en tinieblas por decirlo y queremos aprovechar a destinar este campo para realizar reservas. Llevamos 41 terneras al sistema intensivo de recría.

Gan parte de la extensión que manejan es arrendada a particulares. ¿Falta un poco de apoyo de Colonización para que los tamberos puedan expandirse con mayor seguridad? ¿Han analizado la posibilidad de comprar campo con las nuevas facilidades que da, por ejemplo, ahora el Banco República?

Colonización es una herramienta espectacular y fundamental. Lo que quizás a veces no se entiende mucho es que si uno tiene un campo de Colonización no te puedan dar una fracción adicional para expandirte porque ya sos colono; eso te limita un poco. Creo que esa debería ser una política para revisarse, desde mi punto de vista.

Respecto a la posibilidad de comprar, lo hemos analizado y conversado. Si llegara a aparecer una oportunidad, creo que estamos decididos a hacerlo, pero tampoco queremos apurarnos a tomar una decisión de este tipo.