Por Andrés Oyhenard - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Fernando De Luca tiene su tambo en Paso Candil, a 3 km de la planta número 7 de Conaprole, cerca del paraje Villavieja. Arrancó con su explotación en el año 1989 y es la segunda generación de tamberos. Sus padres iniciaron la actividad lechera con un tambo “muy modesto” en la década de 1960 en un predio arrendado, hasta que luego se pudo comprar una fracción en la actual explotación, cuenta De Luca en entrevista con La Lechera.

 

¿Cuántas vacas está ordeñando hoy?

En este momento son 120 vacas en ordeñe en una superficie lechera de 115 hectáreas. Después se arriendan algunas fracciones para recría y reservas a unos 14 km. Tratamos de mantener ese promedio de 120-130 vacas, pero en este momento se ha vuelto tremendamente complicado porque nuestro sistema es pastoril. Aparte, no es un tambo de gran volumen y estamos en tierras que están bastante desgastadas, con mucha labranza, y de poca profundidad; en otros tiempos fueron las primeras chacras de Florida. Entonces, cuando tenemos una seca como la actual, todo se pone caótico y muy difícil de manejar.

¿Cuánto ha caído la remisión?

La remisión ha caído estrepitosamente en estos últimos 15 días, quizás un 40%. Los pastoreos se terminaron acá hace 15 o 20 días; está todo seco. Toda esta zona de Florida está muy complicada. Tengo vecinos que se están quedando sin agua y tienen que ir a las lagunas y arroyos con cisternas para tener agua para sus ganados. El sorgo se mantiene verde pero no da pastoreo, no tiene volumen porque desde enero acá no llovió nada y en febrero apenas recibió una lluvia de 6 mm.

¿Cómo está manejando esa falta de forraje en pleno verano?

Las reservas de buena calidad, como podían ser los fardos de avena, se terminaron y no se consigue nada. Lo que ahora tenemos son fardos de paja de trigo y cebada —que la Sociedad de Productores de Leche de Florida está consiguiendo para auxiliar a los socios— y algo de ración. Con eso es que hoy están sobreviviendo las pobres lecheras.

¿Y cómo prevé recuperar las pasturas perdidas? ¿Sembró algo en seco?

Por ahora resolvimos que no vamos a sembrar avenas en seco porque es demasiado riesgoso. Y, en segundo lugar, es imposible porque las tierras están muy pisoteadas y con poco fondo. No hay forma de entrarle a estas tierras. Quizás algún productor que tuvo alguna agüita pudo mover las tierras o sembrar algo. En nuestro caso, hasta que no llueva más o menos en forma importante no vamos a sembrar avena porque es un riesgo y un costo elevado.

Más allá de lo climático, ¿cómo está viendo el negocio de la lechería? El precio que está recibiendo hoy el productor no es malo en términos históricos.

El precio es interesante. Por lo menos tenemos algo a favor y da para invertir en pasturas si llueve en algún momento. Una de las cosas que deja la sequía es mucho nitrógeno en el suelo. Eso, si después llueve, permite una respuesta rápida de los verdeos; es la esperanza que tenemos.

La situación obviamente es distinta para aquellos productores grandes que tienen para dar de comer con mixers y están tecnificados, pero para el productor chico es más complejo porque hay que trabajar a pérdida; es muy costoso producir así y sostenerse.

Lo más difícil que tenemos que conseguir ahora es fibra. Valoramos mucho lo que está haciendo la Sociedad de Productores con la entrega de fibra. El tema es hasta cuándo aguanta esto y si se consigue, porque la situación es grave. No tener fibra sería muy caótico para este otoño-invierno. Ahora no queda otra cosa que aguantar las vacas hasta que llueva.