La zafra de cultivos de invierno cerró con muy buenos rendimientos en trigo y cebada, pero la combinación de precios deprimidos y altos costos dejó márgenes negativos. En Dalmás Agro estiman pérdidas de entre US$/ha 80 y US$ 90, que ahora deberán ser compensadas por la soja de segunda.

La cosecha de invierno ya quedó atrás y, aunque desde lo productivo los resultados fueron mejores de lo que se preveía al inicio del ciclo, el balance económico vuelve a ser ajustado. Según explicó a Informe Tardáguila el gerente de Producción de Dalmás Agro, el Ing. Agr. Alexis González, la zafra fue corta pero intensa, marcada por un inicio atrasado y por cultivos que terminaron “apretándose” todos juntos cuando llegaron los primeros calores.

En trigo, los rindes promediaron cerca de kg/ha 5.300, con un nivel de proteína medio en torno a 11,3%, por debajo del estándar de trigo pan, pero dentro de un escenario general que este año mostró dificultades de calidad.

En cebada, el rendimiento se ubicó en el entorno de kg/ha 4.900, con algunos problemas puntuales de calidad por demoras en la cosecha.

 En colza y carinata, los rendimientos fueron más modestos, con registros de entre kg/ha 1.500 y kg/ha 1.700, según el tipo de material.

A estos resultados se sumó la presencia de fusarium en algunas zonas del sur, que obligó a extremar la limpieza del grano durante la cosecha, con pérdidas adicionales de kilos. Aun así, González remarcó que, desde el punto de vista productivo, el invierno "fue bueno".

El problema volvió a estar en los números: con los precios actuales de los granos, el pago de rentas y la contratación de servicios, el resultado económico del invierno deja un rojo estimado de US$/ha 80–90, que ahora el negocio agrícola buscará revertir con el desempeño de la soja de segunda, dijo González. 

 

 

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