Seguramente en el año a abril se alcanzó un pico en la faena de vacas y a partir de ahora comenzará un relativamente brusco declive determinado por el salto en la tasa de preñez y la mejora del precio del ternero.
En los 12 meses a abril se faenaron 914 mil vacas luego de 10 meses consecutivos en los que se aumentó desde un piso de 720 mil en los 12 meses a junio. Fueron casi 200 mil vacas más, principales responsables de que durante el ejercicio que terminará el 30 de junio próximo la faena total de vacunos se ubique por encima de los 2,3 millones de cabezas.
Pero la tendencia sufrirá un cambio importante. Lo que engrosó el envío de vacas a faena desde mediados de 2023 fue el impacto de la peor sequía de las últimas décadas sobre la producción de forraje y sobre la tasa de preñez. Ese factor no estará jugando este año, más bien todo lo contrario. Las condiciones forrajeras fueron ideales durante todo el verano y la primera mitad del otoño, hay pasto suficiente para sostener más bocas y la preñez pegó un salto acorde al excelente estado de los vientres al momento del entore.
Esas 180-200 mil vacas más que hubo disponibles para faena en el ejercicio 2023/24, que está llegando a su fin, no estarán en el próximo, y eso se sentirá sobre el total de animales faenados. Porque es mucho más variable la faena de vientres —que tienen dos posibles destinos, quedarse en el rodeo de cría o ser enviados a faena— que la de machos, cuyo destino es uno solo, recría engorde y faena.
Por lo tanto, en el ejercicio 2024/25 que comenzará el próximo 1° de julio, es altamente probable que la faena de vacunos sufra un descenso de relativa consideración. La única forma en que la caída no sea cercana a las 200 mil vacas que faltarán es que desde la industria se den las señales suficientes como para acelerar el engorde de animales jóvenes y hacer crecer la oferta a faena de estas categorías. Pero hay otro problema: los novillos de 1-2 años sufrieron la salida de cerca de 300 mil cabezas en pie el año pasado, por lo que no es una generación cuya oferta abunde.
La otra forma es que los precios de los vientres preñados en el frigorífico sean lo suficientemente atractivos como para tentar a los productores a enviarlos a faena. Con las condiciones actuales del mercado internacional y los atractivos precios de los terneros, esta segunda posibilidad parece lejana.
La faena comenzará a descender de mayo en adelante. Es probable que al culminar 2024/25 se aproxime a los 2,1 millones de cabezas.