La faena de vacunos en 2020 no alcanzará los 2 millones de cabezas y será la menor desde 2003, cuando se salía de la crisis de la aftosa. Por más que en el segundo semestre el ritmo de actividad sea similar al del año pasado, no logrará compensar el drástico descenso de los primeros cinco meses del año.

Con seguridad, si el mundo tiende hacia la normalidad (nueva o no) 2021 mostrará un incremento interesante en el ritmo de actividad de la industria frigorífica, el cual debería sostenerse para el año siguiente. El año que viene probablemente se faenen 2,1-2,2 millones de vacunos y un escalón adicional en 2022. El máximo histórico de 2006, cuando se superaron los 2,5 millones, puede ser testeado.

El ciclo de “vacas flacas” para la industria empezaría a quedar atrás a partir del año que viene, o en el último trimestre de este año, en la medida que comience a quedar disponible para faena la generación 2018, que fue relativamente numerosa (2,76 millones de terneros/as contabilizados en el Dicose de 2019) y que quedó en el país en una proporción muy superior a las tres anteriores, las que tuvieron en la exportación en pie un destino relevante.

Este es un año de cambios en el complejo ganadero que van mucho más allá de la coyuntura de la pandemia. El stock vacuno dejó de caer, la tasa de extracción dejó de crecer, el rodeo dejó de rejuvenecerse. La disponibilidad de animales en edad de faena, por lo tanto, aumentará. Parece probable que los números de la industria, tan apretados en los últimos años (el presidente del INAC, Fernando Mattos, dijo esta semana que 2020 será el cuarto año consecutivo en el que la industria frigorífica terminará con números rojos) tiendan a mejorar.

En el complejo ganadero el mango del sartén va cambiando de manos. En estos últimos estuvo en poder del sector productor, especialmente en la fase de cría. Buenas noticias para el eslabón que suele ser el más débil de la cadena. Esto puede quedar atrás a partir del año que viene. Sería importante que en ese momento el país sea más competitivo y los costos no sean tan prohibitivos. De lo contrario se puede ingresar en una fase de liquidación de existencias que, más tarde o más temprano, castiga a toda la cadena.