Es intenso el ritmo de faena de vacunos. En el promedio de las últimas cuatro semanas fue de 54,3 miles de animales, en tanto que en la pasada superó las 56 mil.

Este último dato llama la atención porque ya se había terminado la ventana de producción de la cuota 481 y porque es unánime la opinión en cuanto a que los verdeos todavía vienen muy atrasados y no es mucho el ganado que sale de allí. Tampoco se puede hablar de un problema climático que esté obligando a aliviar carga. Entonces, ¿qué explica este tan alto nivel de actividad?

Primero que nada, hubo una recomposición del rodeo en categorías aptas para faena. Pero esto solo no ayuda a explicar la situación.

La explicación pasa por los tentadores precios que paga la industria por todas las categorías, que se contrapone a una demanda para el campo acotada por la pérdida de área de la ganadería en desmedro de la agricultura. El área de invierno crece en 100 mil hectáreas y la de verano también aumentará. “Cada cosa a su precio, pero hay interés por todo”, comentó un comprador de hacienda de un frigorífico.

Los precios a los que compra la industria se ubican muy por encima de los que se consiguen en otros destinos. El caso de las vacas es claro. En el remate de ayer de Pantalla Uruguay se pagaron las preñadas a un promedio de US$ 688. Cualquier animal enviado a faena consigue más que eso. “A cualquier vaca le hacés US$ 700 en el frigorífico”, aseguró un intermediario. El número es fácil de hacer. Una vaca preñada de 440 kilos a un precio de US$ 1,90 el kilo en pie para una vaca buena —de acuerdo con la referencia de la Asociación de Consignatarios para esta semana— da US$ 836, casi US$ 150 más que si se vendiera para el campo. Las vacas generales, que cotizan a US$ 1,74 en las ventas a frigorífico, deberían pesar algo menos de 400 kilos para que el precio del frigorífico sea inferior al de una venta para el campo. Cambiaría de categoría, pasaría a ser una vaca manufactura. Un productor fue claro al respecto: “tenía que vender vacas preñadas y la mejor opción fue al frigorífico”.

En los corrales pasa algo parecido. En otros momentos han sido competencia fuerte para la industria frigorífica, especialmente en algunas categorías como las vaquillonas. Hoy no llegan a los precios que paga la industria.

La avidez de la industria por todas las categorías tiene mucho que ver con China, el destino excluyente de las exportaciones, que lleva todo lo que sea carne. Los altos precios que se consiguen por todas ellas hacen que al momento de salir a ofrecer no se piense dos veces y se opte por vender a faena. Eso es lo que mantiene tan alta la actividad industrial.