Desde Colonia, Alemania

La presentación oficial de MBRF en el mercado internacional marcó la culminación de la fusión entre Marfrig y BRF, una de las operaciones corporativas más relevantes del año en el negocio global de las proteínas. Su CEO, Miguel Gularte, explicó que la nueva compañía nace con un alcance inédito: “Es una empresa de proteínas con una facturación de R$ 160.000 millones, presencia en múltiples geografías y más de 420.000 clientes en todo el mundo”.

MBRF integra bajo un mismo paraguas a marcas icónicas como Sadia, Perdigão, Paty, Montana y Bassi, además de la presencia en Estados Unidos a través de National Beef, una de las procesadoras de carne vacuna más reconocidas del mercado norteamericano. “La compañía reúne buenas marcas, buenas geografías y muy buenas plantas. La complementariedad entre Marfrig y BRF nos permite ofrecer todas las proteínas a diferentes tipos de clientes”, señaló Gularte.

Sobre la evolución del mercado mundial, Gularte destacó el valor de operar como empresa multiproteína. “Hoy vivimos un momento muy bueno en pollo y cerdo, con oferta y demanda en crecimiento. En carne vacuna también hay una demanda sostenida, y no vemos señales de cambio. Estados Unidos sigue firme, Australia atraviesa un proceso de liquidación de rodeo y Brasil llegó a un techo de oferta que probablemente tienda a reducirse en el corto plazo. Todo indica que el equilibrio entre oferta y demanda se mantendrá”, analizó.

El presidente de MBRF insistió en que la estrategia del grupo se centra en productos de marca y valor agregado, capaces de resistir mejor la volatilidad de los precios internacionales. “Esa fue la decisión que tomó Marfrig antes de la fusión, y ahora la consolidamos en MBRF. Trabajamos con carne orgánica, carne con marca y productos industriales de alta performance. Los productos con valor agregado son más resilientes y permiten elegir mejor los destinos”, afirmó.

El ejecutivo subrayó el papel estratégico de Uruguay dentro de esa estructura. “Es un país clave por la calidad de su producción, sus nichos de mercado y sus marcas reconocidas. En los últimos tres años hicimos inversiones importantes, especialmente en el frigorífico Tacuarembó, que hoy tiene una capacidad de faena mayor y una infraestructura de excelencia”, afirmó.

Gularte destacó que mantener las plantas uruguayas bajo el control de MBRF —luego de que se descartara su venta— refuerza la posición regional del grupo. “Uruguay produce con altísima calidad y encaja perfectamente en una plataforma multiproteína. Eso nos permite llegar a más clientes y ofrecer diferentes productos según las necesidades de cada mercado”, sostuvo.

Consultado sobre la posibilidad de incrementar la faena, señaló que la estrategia será trabajar “a máxima potencia dentro de la oferta disponible”, reconociendo que en Uruguay la demanda suele superar a la oferta. “Sería ideal mantener una faena estable todo el año, pero Uruguay todavía tiene ciclos estacionales. Lo importante es aprovechar la demanda mundial sostenida de proteínas”, explicó.

La situación arancelaria también ofrece ventajas coyunturales para el país. El ejecutivo reconoció que el arancel adicional impuesto por Estados Unidos a la carne brasileña representa una oportunidad para potenciar los envíos desde Uruguay y Argentina. “La diversidad geográfica nos permite mitigar riesgos. Cuando hay tarifas o restricciones en un país, podemos compensar con producción desde otro. Mientras dure esta situación, vamos a maximizar los embarques desde Uruguay y Argentina”, adelantó.

Gularte también resaltó el papel distintivo de Uruguay en el mapa global de la carne vacuna. “Uruguay es una boutique de carnes. Vende en los mejores destinos del mundo y tiene una credibilidad técnica única. Fue el primer país de América Latina en exportar carne enfriada en el circuito no aftósico en 1995 y, aún en crisis como la de 2022, reabrió mercados en tiempo récord. Hoy llega a destinos impensables para un país con vacunación contra la aftosa, como Japón”, subrayó.

Con respecto al futuro inmediato, el ejecutivo se mostró prudente pero optimista. “No me gusta hacer pronósticos de precios, pero todo indica que la demanda seguirá superando la oferta. Lo importante es que el negocio sea bueno tanto para el productor como para la industria. No se trata de que uno gane y el otro pierda: el éxito debe ser compartido”, concluyó.

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