El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) relanzó un plan nacional de control de la garrapata, un parásito que genera pérdidas anuales de entre US$ 40 millones y US$ 50 millones, destacó el ministro Fernando Mattos. El titular del MGAP sostuvo que la garrapata “es un flagelo importante”, y que para controlarla es necesario el compromiso de todos los actores de la cadena de producción ganadera.
Autoridades del ministerio presentaron este martes en conferencia de prensa recomendaciones para productores ganaderos, veterinarios y consignatarios de ganado, a tener en cuenta para una nueva campaña de control. Según se resaltó por parte de técnicos del MGAP, es necesario comenzar con el tratamiento contra la garrapata en este momento del año en el que se está desarrollando la primera generación.
El ministro aseguró que “estimular el tratamiento al inicio de las generaciones significa gastar antes pero gastar menos”, ya que dará mayores oportunidades de tener buenos resultados.
“Debemos involucrarnos mucho más para tener éxito en esta campaña. No se logra vencer a esta parasitosis de a uno. Este tiene que ser un combate colectivo; hay que unir los esfuerzos”, aseguró el ministro en una actividad en la que participaron representantes de los consignatarios, vendedores de ganado, productores, técnicos y veterinarios.
Durante la conferencia, Valeria Gayo, directora de la Dirección de Laboratorios Veterinarios (Dilave), indicó que últimamente el MGAP ha detectado que los productores ganaderos cada vez más están usando químicos para tratar las afecciones por hemoparásitos, aunque cuentan con la hemovacuna, que pueden obtener a través del Dilave.
La directora dijo que el uso de esos químicos debe ser controlado dado que algunos tienen hasta siete meses de espera para la faena y, si el ganado se envía a la industria con residuos, puede causar problemas en los mercados cárnicos. “Si tienen la hemovacuna, qué necesidad tienen de usar un químico si pueden usar un biológico”, resaltó.
Por eso, desde el ministerio se trabaja en identificar los tiempos de espera de esos químicos en los empaques.