Tras dos años de pandemia a causa del COVID-19, en abril de 2022 Uruguay puso fin al estado de emergencia sanitaria, dejando aprendizajes y múltiples desafíos a futuro en diferentes áreas. Para el Dr. Alejo Menchaca, coordinador de la Plataforma de Salud Animal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), hubo dos lecciones claras: que el país debe comenzar a priorizar la lógica de “Una salud”, que es la que comprende la sanidad de los animales, las personas y el ambiente como un conjunto; y que debe invertir más en ciencia y desarrollo tecnológico para prevenir la ocurrencia de eventos de este tipo a futuro.
“Esta pandemia responde a la tendencia cada vez más frecuente a que ocurran enfermedades masivas. Ante esto, una de las lecciones que tendríamos que aprender de este evento que sufrió el planeta es la importancia de pensar desde la lógica de ‘Una salud’. Más del 60% de las enfermedades infecciosas que padecen los humanos provienen de los animales y el COVID-19 fue un ejemplo de ello”, dijo el experto.
En el caso de Uruguay, por ser un país productor y exportador de alimentos, Menchaca señaló que debe profundizar más las líneas de trabajo orientadas al concepto de “Una salud”, si bien destacó que hay logros importantes que ha alcanzado, principalmente en materia de trazabilidad e inocuidad.
“No hacerlo puede llevarnos a perder estatus sanitario. Eso tendría consecuencias a nivel productivo, por las pérdidas que genera, y a nivel de mercados, ya que puede poner en riesgo destinos de exportación. Siempre se promueve a Uruguay como un país que está bien en este sentido y eso es cierto, pero las amenazas surgen permanentemente y no hay que desatenderlas. Perderíamos mucho si no apostáramos de manera apropiada al concepto de ‘Una salud’”, enfatizó Menchaca.
Asimismo, el investigador señaló que Uruguay tiene la responsabilidad de generar las condiciones necesarias para responder rápido ante eventos como la pandemia. Hizo hincapié en la vigilancia epidemiológica, no solo de las enfermedades que ya existen y se conocen en el país, sino también de otras que puedan ingresar desde países limítrofes o incluso más lejanos. También priorizó la posibilidad de profundizar en la elaboración de vacunas localmente.
“Para todo esto precisamos tener, primero que nada, recursos humanos formados. Uruguay reaccionó bien porque tenía un núcleo de científicos e investigadores que pudo contribuir y eso le permitió tener el éxito que tuvo en el control de la pandemia. Entonces, la lección también está en que hay que invertir en investigación y desarrollo para estar preparados”, subrayó.
En el caso de INIA, la inversión en capacidades orientadas al concepto de ‘Una salud’ antecede a la pandemia. La instalación de la Plataforma de Salud Animal en la estación experimental de La Estanzuela es un ejemplo de ello. Desde allí científicos investigan enfermedades propias del ganado pensando en el estatus sanitario nacional, y otras que son de los animales y que pueden trasmitirse a los humanos, como la leptospirosis, salmonelosis o la fiebre Q.
“La plataforma de INIA trabaja para mejorar la capacidad de diagnóstico de esas enfermedades, profundizando en la comprensión de cómo se trasmiten y cómo se pueden evitar, y evaluando algunas vacunas que se aplican o se podrían aplicar”, dijo Menchaca.
Aun así, el investigador señala que “las instituciones que varias instituciones tienen la responsabilidad de priorizar y respaldar el concepto de ‘Una salud’, y para ello deben invertir en líneas de trabajo que vayan en ese sentido. En el caso de INIA, tiene todas las condiciones para hacerlo y la iniciativa de generar esta plataforma es un ejemplo. Solo falta darle continuidad y el apoyo necesario para que pueda terminar de desarrollarse”.
Menchaca reconoció que Uruguay cuenta con las capacidades, no solo a través de INIA, sino también del Institut Pasteur, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, la Universidad de la República y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, entre otros. “Estamos mejor que hace 20 años y tenemos una base desde la que podemos proyectarnos, pero el sistema aún no está completo. Las mejoras pueden estar en consolidar las herramientas de investigación y desarrollo, muchas de las cuales ya tiene el Estado, pero para eso hay que destinar recursos”, apuntó.
Sobre las ventajas para Uruguay de invertir más en investigación y desarrollo, el experto destacó que favorecería la innovación, aportaría valor agregado a los productos que se generan localmente, redundaría en bienestar y salud para la población y ofrecería cierta independencia al momento de resolver eventos sanitarios como el que se desencadenó en 2020.
“La solución a problemas como la pandemia sin dudas está en la ciencia y la tecnología. Esta es la reflexión principal que creo que vale la pena que todos, y principalmente los tomadores de decisión, debemos hacer y poner sobre la mesa para pensar en el Uruguay que queremos para el futuro”, concluyó.