Raúl Batista, director de Delta Riego.

En entrevista con La Lechera, el director de Delta Riego, Raúl Batista, habló sobre cómo fue el desarrollo de la empresa en el negocio del riego en Uruguay y de lo que falta para expandirlo a pequeños y medianos productores en un futuro.

¿Hace cuánto que están en el negocio riego en Uruguay?

Arrancamos en el 2008 con la representación de Valley, que es una de las principales marcas americanas a nivel mundial en equipos de riego. A partir de ese momento hemos ido creciendo en cantidad de proyectos y cantidades de técnicos dentro de la empresa. Hoy conformamos un equipo multidisciplinario, abarcamos un proyecto de riego en forma integral, desde el inicio cuando el productor nos llama para visitar el campo, hasta que el sistema está regando y todo el acompañamiento posterior, con la postventa, el mantenimiento y demás. El objetivo es brindarle al productor un servicio integral porque es una relación de largo plazo.

¿Cuántos equipos tienen activos hoy y qué zona están los equipos de la empresa?

Tenemos unos 250 pívots de riego por diferentes puntos del país, principalmente en departamentos agrícolas como Soriano, Colonia, Río Negro, Flores y Durazno; también tenemos equipos en departamentos como Artigas, Salto y Paysandú.

En el diagnóstico siempre se maneja que el riego es una opción viable, pero para empresas grandes, por ejemplo, las que pueden presentar proyectos ante la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones (Comap) y descontar IRAE. En este último tiempo, ¿avanzó la tecnología para reducir los costos de inversión?

Los costos más o menos se han mantenido. Estamos hablando que una inversión en riego hoy ronda los US$/ha 4.000. Sin dudas que la Comap ha apalancado muchísimo a los proyectos de riego porque permite descontar entre el 60%-65% de la inversión con IRAE. Esto permite un período de repago corto de las inversiones, de tres a cuatro años y con altas tasas de rentabilidad. Pero más allá de eso, el riego para esos productores es un seguro para la producción. Cuando se tiene riego, en los años secos se estabiliza la producción, y evita el riesgo de directamente no cosechar nada como le ocurrió a muchos productores el año pasado.

Hay un conjunto importante de productores, básicamente pequeños y medianos donde el acceso a esa tecnología no parece sencillo.

Hay un universo muy amplio de unos 17.000 productores que tributan IMEBA donde hay más dificultades. Hoy estamos buscando herramientas para acceder a mejores posibilidades de financiamiento para que le permita a esos productores hacer inversiones en riego y que no sea algo muy pesado para el repago. Además de las alternativas que pueden ofrecer algunos bancos, también estamos trabajando con la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), que tiene un crédito muy laxo, a una tasa muy baja y por un período largo, algo que permite canalizar la inversión y apalancarse. Entonces, creo que se ha avanzado en todo el tema de la Comap para los grandes productores, pero todavía falta mucho para democratizar el riego para los pequeños y medianos productores.

¿Falta un poco más de empuje de la policía pública?

Falta una vuelta de tuerca para llegar a esos pequeños y medianos productores porque hoy no pueden acceder a los beneficios que otorga la Comap. Una posibilidad podría ser extender la Comap para ese conjunto de productores pero, hasta ahora, a nivel de política, no se ha implementado nada de eso.

¿La escala es relevante para un proyecto de riego?

Cuando se piensa en hacer un riego con un reservorio, que son el 90% de los proyectos, y para que un pívot sea rentable, hay que pensar en una superficie de unas 100 hectáreas. De lo contrario, la inversión queda muy pesada por hectárea. Hay que proyectar que un pívot pueda regar una superficie de 30-40 ha para que sea rentable. Hay costos que salen lo mismo si vas a regar 10,40 o 100 hectáreas.