Estamos ante un cambio circunstancial de la ganadería ovina a nivel nacional. Algunos sistemas están cambiando desde las lanas medias hacia sistemas de lanas finas en nuestro país.

Son numerosos los productores que han tomado esta decisión dado que la lana representa un ingreso importante en sus sistemas y por lo tanto han encontrado una revalorización del negocio de la mano de los mejores precios.

En este escenario, observamos el grave avance del Senecio (llamada María Mole por algunos productores) por todos los rincones de nuestra República, clara evidencia de la ausencia de ovejas en los campos. Esta maleza además de ser una clara evidencia de campo en degradación, es altamente tóxica especialmente para los vacunos, registrándose casos clínicos ya en algunas zonas del país, con muertes confirmadas por Veterinarios.

Si pensamos en la producción ovina con razas de lanas finas, hay un muy evidente primer paso para superar todo obstáculo que es tener un manejo sanitario ajustado, es un paso fundamental pero claramente alcanzable como lo demuestran numerosos testimonios de productores de zonas de areniscas, zonas húmedas, que tienen sistemas de lanas finas con muy buenos resultados productivos y económicos.

Sin embargo, no todos los productores confían en la posibilidad de producción ovina en su establecimiento con razas de lanas finas. Quizás entonces debemos de pensar que muchos productores que tienen dudas pueden explorar la posibilidad de tener un sistema de recría de borregos hasta capones de lanas finas convirtiéndose en productores de lanas.

Estamos proponiendo concretamente la compra de animales de lanas finas inmediatamente después de su primera esquila y su recría en el establecimiento hasta sacarles dos o tres vellones más.

¿Cuál es el impacto de este negocio? Claramente tener una producción de lanas finas de 5 a 10 kg por hectárea puede significar un aumento significativo en los ingresos del establecimiento sumado a una producción de carne que valoriza el negocio.

Para el análisis partimos de un punto de partida de 1.5 borregos por ha, que ganan 7 kg de peso vivo por año, produciendo 4 kg de lana para su segundo vellón, con un precio de lanas finas de 7 dólares al barrer.

Si la producción de lana por ha aumenta, sea por una mayor carga o por una mayor producción por cabeza el resultado mejora, del mismo modo que puede mejorar si se produce un aumento de precio de lanas finas.

Este puede ser un sistema sumamente sencillo de llevar a cabo y con muy buenos resultados económicos.

A su vez, la dotación necesaria para poder desarrollar este emprendimiento no es alta por lo tanto podríamos especular con que en muchos establecimientos no es necesario reducir el stock actual porque seguramente recién con esta carga ovina se podría alcanzar la dotación segura del establecimiento. Con 1.5 cabezas por ha de esta categoría se alcanzaría una dotación de 0.21 UG/ha.

En un momento en donde los campos manifiestan su tono amarillo en todo el país por la falta de ovejas y en donde productores están demandando un negocio ovino sencillo y rentable, claramente debe evaluarse con seriedad la incorporación de sistema recriador-lanero para potenciar los ingresos con facilidad productiva.

Para finalizar, con 1.5 borregos por ha, puede obtenerse un buen ingreso, competitivo con otras alternativas, que puede permitir cubrir costos importantes del establecimiento.

Claramente esta es una opción rentable sencilla y sustentable para el campo natural. Además, este sistema puede ser un buen punto de partida para volver a incorporar ovinos en sistemas que han dejado el rubro, así como también un sistema práctico para evaluar el comportamiento de los animales de razas finas en nuevos establecimientos. Del mismo modo, puede evaluarse como un mecanismo para lograr la compra de hembras (corderas recién esquiladas), para construir nuevamente una majada, pudiendo buscar animales de calidad a un precio que suele ser menor al de una borrega de dos dientes.

Trabajo realizado por el Ing. Agr. José Ignacio Aguerre - SUL