La Oficina Nacional de Estadísticas de China informó que la producción total de cereales de verano en 2025 alcanzó los 149,73 millones de toneladas, lo que representa una leve caída del 0,1% en comparación con 2024, cuando se produjeron 149,89 millones. La superficie total sembrada de granos de verano fue de 26,58 millones de hectáreas (398,68 millones de mu), con una reducción interanual de 34.700 hectáreas, es decir, un 0,1% menos que el año anterior. El rendimiento promedio nacional se situó en 5.633,8 kg por hectárea, lo que supone una variación marginal positiva de 1,6 kg por hectárea respecto al ciclo 2024.
El componente principal de los granos de verano es el trigo, cuya producción alcanzó 138,16 millones de toneladas, con una disminución de 167.000 toneladas respecto al año pasado. La superficie sembrada con trigo fue de 23,07 millones de hectáreas, también con una baja del 0,1%. El rendimiento promedio nacional de trigo se ubicó en 5.987,9 kg por hectárea, una reducción de 2,7 kg respecto al año anterior, considerado técnicamente “estable”.
Entre las provincias con mayores rendimientos medios por hectárea se destacaron Shanghái (6.731 kg/ha), Shandong (6.791,6 kg/ha), y Tianjin (6.326,6 kg/ha). En cuanto a volumen total de producción, las principales productoras fueron Henan (37,5 millones de toneladas), Shandong (27,37 millones) y Hebei (15,3 millones).
El viceministro del Departamento de Asuntos Rurales de la Oficina Nacional de Estadísticas, Wei Fenghua, explicó en un comunicado oficial, que “el país logró una cosecha estable de cereales de verano, con una disminución mínima en la producción total”. Atribuyó la estabilidad a factores estructurales como “la firme aplicación de la responsabilidad compartida por la seguridad alimentaria, el aumento del área de siembra de trigo de invierno y la adecuada respuesta a condiciones climáticas adversas”.
Wei explicó que “el clima durante el período de siembra fue generalmente favorable”, con buenas condiciones de humedad del suelo en las principales zonas trigueras, facilitando una siembra oportuna y efectiva. A su vez, los programas de protección de tierras agrícolas, incentivos a la producción y seguros agrícolas también jugaron un rol relevante. “Se aumentó el precio mínimo de compra para el trigo, se amplió la cobertura del seguro de costos completos y de ingresos, y se aplicaron mecanismos de compensación entre provincias productoras y consumidoras”, precisó.
La estabilidad en los rendimientos se logró, según el informe, gracias a medidas intensivas de manejo agronómico: “los departamentos locales promovieron tecnologías como la siembra precisa en surcos anchos, integración de agua y fertilizantes, y aplicación de tratamientos preventivos con plaguicidas y fungicidas en momentos clave del ciclo del cultivo”, explica el documento. Además, se destaca que “la incidencia de plagas fue baja” y “las lluvias en el período de llenado de grano aliviaron la sequía y favorecieron el peso de los granos”.