Por Andrés Oyhenard.

El presidente de la Unión de Exportadores (UEU), Facundo Márquez, habló con Negocios Rurales de junio sobre los principales desafíos que enfrenta el sector exportador y productivo del país.  

¿Cuáles son hoy los principales desafíos que enfrenta el sector? Las exportaciones acumulan ocho meses consecutivos de caída.

Obviamente hay cuestiones que no podemos manejar o hacer mucho, como el impacto de la sequía. Tenemos varias preocupaciones centrales en las que hemos estado trabajando y conversando con el gobierno. Estas se enfocan en tres áreas principales: competitividad-atraso cambiario, inflación internacional, y costos asociados a la logística portuaria y terminales. Estos son nuestros principales desafíos en este momento. Estamos en bastantes más cosas, pero esos son los tres ejes centrales.

 

Has sido bastante crítico con el manejo de la política monetaria del Banco Central y su impacto sobre el tipo de cambio. Sin embargo, algunos analistas han defendido el manejo de la tasa de interés como una estrategia acertada para contener las presiones inflacionarias y anclar las expectativas de los agentes.

Nos consta que al gobierno le preocupa la situación actual del tipo de cambio y no es que nosotros estemos en una pelea aislada. El gobierno es un momento nos decía: en 2022 hubo muchas exportaciones y muchas inversiones, entonces, había muchos dólares en la plaza y eso complicaba la depreciación del dólar, algo que podría ser discutible.

Ahora la realidad dice que hace nueve meses consecutivos que las exportaciones caen y no pasa lo contrario con el tipo de cambio. O sea, hay otros temas de fondo que no tienen solo que ver con el aumento de las exportaciones en el corto plazo. Nosotros estamos convencidos de que la política monetaria que ha llevado adelante el Banco Central no ha sido la más correcta. A nosotros se nos pone como ejemplo el impacto que tiene la tasa de interés para contener la inflación en otros países. Esos países tienen una moneda única, pero Uruguay es bi monetario (peso-dólar). Por tanto, el hecho de subir la tasa no ha tenido un impacto a la hora de enfriar la economía ni tampoco ha pegado en las expectativas inflacionarias de los agentes, que es el otro canal; solo pega en el tipo de cambio. Lo que estamos diciendo es que el único que está pagando el costo de tener una inflación baja, porque alguien lo paga, es el sector exportador (bienes y servicios) y productivo nacional con un tipo de cambio depreciado. En el resto de los países, ese sacrificio de tener una inflación baja lo paga casi toda la economía. Estamos convencidos que tiene que haber una política más agresiva de baja de tasa de interés que pueda, en el corto plazo, tener un impacto (al alza) sobre el tipo de cambio sin afectar la inflación.

 

También hay otros temas históricos que hacen que Uruguay no pueda alcanzar niveles de inflación por debajo del 5% como ocurre en muchos países, incluso en economías subdesarrolladas de la región.

Hay reformas que indiscutiblemente hay que empezar a hacer hoy. El otro día leía un artículo muy interesante sobre la problemática que tenemos sobre todo en el sector de no transables y la indexación de la economía. Sé que es un tema políticamente difícil, pero bueno, es un círculo vicioso. Acá toda la economía está indexada, no solamente me refiero a temas salariales, sino a todo lo que son, por ejemplo, contratos del Estado, que están todos indexados. Por tanto, no existe un interés real en el control de la inflación cuando toda la economía está indexada. Si yo estoy indexado con un contrato, no me cambia mucho que la inflación sea 4% u 8%, porque sé que la recupero. En algún momento hay que empezar a romper esa lógica para que la economía tenga algún incentivo para tener menores niveles de inflación. Estas son reformas no solo del Banco Central, sino del equipo económico en su conjunto y del sistema político. Obviamente, después está el control del déficit fiscal, que eso sí lo hemos visto con este gobierno, porque eso se cubre con emisión de deuda, lo que es igual a más dólares en el mercado. Por tanto, mantener un déficit bajo es una preocupación que tiene que trascender a los gobiernos de turno.

 

Otro tema que siempre está en la agenda es la apertura comercial. El gobierno intenta llevar adelante una nueva visión de mayor pragmatismo. Sin embargo, está costando obtener resultados concretos. Lo acabamos de ver con el frustrado intento de avanzar en un TLC bilateral con China por el factor Brasil. ¿Cómo ven este tema?

El tema es que nuestros competidores continúan obteniendo ventajas sobre nosotros año tras año, mientras que nosotros nos quedamos sin hacer nada y seguimos en la misma situación. Esto es una preocupación importante.

En cuanto a nuestras agendas, consideramos que hay varios aspectos que deben tenerse en cuenta. Por ejemplo, tenemos el tratado entre la Unión Europea y el Mercosur, en el cual hemos expresado nuestro apoyo en todo lo posible. Sin embargo, la realidad es que la toma de decisiones recae principalmente en Brasil en el contexto del Mercosur, y en Francia y Alemania en el ámbito de la Unión Europea, que son los que tienen más fuerza. Creemos que en este segundo semestre hay una pequeña luz de esperanza debido a la presidencia compartida que tienen Brasil y España, quienes expresan su deseo de llevar adelante el acuerdo.

Uruguay ha realizado movimientos en la dirección correcta, ya que quedó claro desde el inicio del gobierno que era necesario hacer cosas diferentes a lo que se venía haciendo. Apoyamos la estrategia del gobierno de golpear muchas puertas y buscar acuerdos equitativos. Si bien hemos recibido algunas respuestas negativas, seguimos trabajando en ello.

En cuanto a nuestra participación en el Acuerdo Transpacífico, Uruguay presentó su adhesión el año pasado. Más allá de solicitar la adhesión, creemos que hay una serie de requisitos y negociaciones que los países deben cumplir para ser aceptados en el bloque. Vemos ejemplos como Corea y Taiwán, que han progresado en este sentido y han realizado los pasos necesarios. Creemos que Uruguay aún no ha avanzado lo suficiente en este aspecto, y hemos transmitido nuestras inquietudes al gobierno en nuestras conversaciones. Algunos movimientos se han iniciado, pero consideramos que hay más por hacer.

 

¿Y qué pasa con el Mercosur? Para algunas empresas es aún un mercado relevante.

Argentina es un socio comercial de gran importancia para nosotros, ya que siempre se encuentra entre los primeros en términos de flujos comerciales. Sin embargo, estamos enfrentando dificultades con las habilitaciones de pagos, lo cual afecta el funcionamiento de los negocios.

En contraste, nuestra relación con Brasil en cuanto a flujos comerciales ha sido positiva, superando incluso a China en términos de intercambio en varios meses. Si bien estos son algunos de los desafíos que enfrentamos, seguimos buscando estrategias y ajustes necesarios para lograr nuestros objetivos. Es fundamental continuar las conversaciones y analizar las estrategias para superar estas dificultades.

 

El puerto y sus costos asociados son un tema donde la Unión de Exportadores viene machacando hace mucho tiempo por el impacto que ello tiene sobre la competitividad del comercio exterior. ¿Han visto avances en este gobierno?

Estamos terminando un informe que pronto haremos público. Este informe es una actualización de uno previo y realiza una comparativa de los costos de nuestras terminales en Montevideo con otros puertos competitivos similares. Los resultados muestran que nuestros costos son aproximadamente tres veces y media más altos que puertos como Río Grande en Brasil o San Antonio en Chile. Estos puertos son considerados como puertos medios, con un movimiento de contenedores que va desde 500 mil hasta 3 millones de teus (contenedor de 20 pies). A pesar de ser similares, nosotros seguimos estando tres veces más caros. ¿Si estamos conforme con lo hecho hasta ahora? No, no estamos conformes con lo que se ha hecho hasta ahora. Estamos convencidos de que es necesario continuar con las acciones para reducir los costos en lo que respecta a nuestros movimientos logísticos.

 

En su momento se anunció una rebaja de tarifas en TCP cuando el gobierno acordó la extensión de la concesión al operador privado por 50 años a cambio de más inversiones.

En el estudio se muestra cómo las tarifas portuarias han aumentado en el entorno del 300% en los últimos ocho años sin ninguna racionalidad. Entonces, cuando comenzó todo el proceso de la extensión de la concesión de la terminal, llegamos a una negociación para rebajar las tarifas un 26%. Eso se cumplió, pero lo que dijimos en las conversaciones es que eso era el principio de una continuidad de que, con mayores volúmenes y eficiencia, debería verse reflejado en un continuo decrecimiento de las tarifas para estar más cerca de los costos de las terminales de Río Grande o San Antonio. Y eso no se ha dado. Desde la última rebaja de 26% —que se hizo en dos tandas y la última fue a comienzos de 2022— no tuvimos ningún otro ajuste en las tarifas. Esa es una preocupación central y así lo hemos hecho saber en distintas reuniones con autoridades del Ministerio de Transporte, de Economía, con las empresas portuarias y hasta el sindicato del puerto en las últimas semanas.

Para continuar en este proceso, es fundamental centrarse en dos aspectos clave: mejorar los servicios y ajustar las tarifas. Sin embargo, además de esto, también tenemos una preocupación importante relacionada con la necesidad de contar con organismos independientes que supervisen y fiscalicen el tema de las tarifas y la actividad en el sector. Actualmente, recae en la ANP la responsabilidad de controlar y regular el sistema en general, pero creemos que es necesario que existan organismos adicionales que no tengan conflictos de interés. No se puede permitir que haya una entidad que controle una concesión de la cual forma parte (la ANP es socia en TCP con un 20%), ya que esto genera un potencial conflicto de interés. Esa es otra de nuestras preocupaciones.