El comercio mundial de alimentos se está viendo fuertemente amenazado por las medidas proteccionistas que toman muchos países para intentar asegurarse el suministro de comida para su población, con lo que crece el riesgo de que países que dependen de las importaciones sufran graves problemas por el aumento de los costos de importación y el crecimiento del hambre en el mundo.
De acuerdo con estimaciones de la ONU, en dos años se duplicó la población mundial que sufre inseguridad alimentaria, al pasar de 135 millones a 276 millones de personas.
La guerra en el este europeo, que dada la forma en la que se viene desarrollando, podría extenderse por muchos meses, está recortando el suministro de alimentos desde la región del mundo que genera el 25% de las exportaciones de trigo y el 66% de las de aceite de girasol.
De acuerdo con estimaciones del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, a partir de marzo 19 países que impusieron algún tipo de restricción a la exportación de alimentos. Este organismo estima que 16,9% del comercio mundial de calorías se está viendo afectado por esta situación, casi la misma proporción que en 2008 (17,2%), cuando la anterior crisis alimentaria mundial.
Las regiones del mundo que corren mayor riesgo son Medio Oriente, el norte de África y Asia central, dado que son las más dependientes de los granos del este europeo.
Entre los países que impusieron restricciones a sus exportaciones figuran, lógicamente, Rusia y Ucrania, pero también otros, caso de Indonesia —jugador clave como proveedor de aceites vegetales—, India y Argentina.
La tapa de la edición de la prestigiosa revista The Ecomist de la semana pasada fue elocuente. Se tituló “La catástrofe alimenticia que se viene”. El dibujo de tapa se puede ver adjunto.