Estos últimos días se han dado varias discusiones respecto a las políticas para el sector cárnico. Si habilitar o no la importación de ganado en pie, si proponer a la Unión Europea cambios en la definición de la cuota Hilton, además de las variaciones que la Ley de Urgente Consideración estableció para el Instituto Nacional de Carnes.

Los distintos eslabones de la cadena cárnica se han definido sobre los dos primeros temas atendiendo sus propios intereses, algo absolutamente lógico dado que esa es la función de las corporaciones. El papel del gobierno es articular por encima de los reclamos sectoriales, atendiendo lo que más le conviene al país.

Desde el lado de los productores observan con recelo la posibilidad de importar vacunos en pie, enfatizando en salvaguardar el estatus sanitario de Uruguay y su buena reputación en los mercados internacionales. Y viendo que podría impactar negativamente en los precios de lo que venden. Desde el sector frigorífico también se prioriza el estatus sanitario, pero se considera que, tomando los recaudos del caso, podría ingresar ganado, de manera que las puertas sean efectivamente de vaivén. Y observan la posibilidad de comprar materia prima más barata.

Respecto a que la definición de la Hilton pase a decir “preferentemente” en lugar de “exclusivamente” a pasto, nuevamente los productores se alinean entre quienes están en contra y los industriales a favor, cada uno observando las ventajas que las dos posibilidades traen aparejadas. Los productores, ante la eventualidad de que los corrales —varios de ellos propiedad de la industria— acaparen el cupo y eso tenga un impacto negativo sobre los precios del novillo de pasturas. Los segundos, observando la posibilidad de ampliar la oferta y lograr un mejor negocio.

Últimamente no ha estado en el tapete la posibilidad de ponerle trabas a la exportación de ganado en pie debido a que esta corriente comercial se redujo de forma significativa, pero podría volver a estarlo. En este caso se da vuelta la tortilla y son los productores los que, cuidando sus propios intereses, abogan por el libre mercado, y los industriales los que observan con recelo esta política que le quita animales de la faena.

Son todas discusiones más o menos acaloradas que hacen a la forma en que el sector irá evolucionando en el mediano y largo plazo. Son con la mirada puesta en el futuro.

Esto, de por sí, ya es positivo, pero lo es más aún si se observa que las discusiones sectoriales dejaron de lado los que parecían eternos reclamos en cuanto a si se pagaba lo que se “tenía” que pagar o si la carcasa pesaba lo que “tenía” que pesar. Estas ásperas discusiones de no muchos años atrás parecen en la actualidad haber quedado zanjadas, la segunda con la información que brinda el INAC sobre el dressing de las distintas plantas de faena, y la primera con los altos precios de la hacienda, muy por encima de los del resto de la región.

Bienvenidas las discusiones mirando para adelante. Las anteriores aportaban poco al crecimiento del sector.