El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) dio a conocer las proyecciones de producción, consumo y comercio mundial de las principales carnes para 2023, destacándose la expectativa de un crecimiento de la producción interna de China y una disminución de sus importaciones. Sería, de confirmarse, la primera baja de las importaciones desde que China comenzó a ser relevante en el mercado internacional.

En realidad, no se espera que China reduzca su consumo de carne bovina, sino que estaría sustituyendo parte de las importaciones con la producción local. Lo que prevé el USDA es que la producción doméstica aumente en 375 mil toneladas peso carcasa a 7,5 millones y que las importaciones caigan en 290 mil toneladas a 2,85 millones de toneladas. De esta manera, el consumo de carne bovina en China crecería en 85 mil toneladas a 10,33 millones.

La expectativa de caída de las importaciones se moderó respecto a lo que la oficina del USDA en Beijing había proyectado pocas semanas atrás —y que había generado gran ruido en el mercado— que era de una baja a 2,5 millones. Es una corrección a la baja al fin, pero de menor magnitud.

El argumento bajista no radica solamente en la mayor producción doméstica, sino también en el pobre desempeño de la economía de China. El FMI, en proyecciones actualizadas la semana pasada, supone una expansión del PBI chino de solo 3,2% este año y 4,4% el próximo. Por más que son guarismos positivos, son muy inferiores a las proporciones en las que la economía de este país venía creciendo en los años anteriores a la pandemia, con tasas de 6-7%.

La política sanitaria de cero Covid, así como la crisis inmobiliaria, están golpeando fuerte a la economía china.