Luego de un período de cierta calma por decirlo de alguna forma, en el último tiempo, la industria frigorífica se agitó por el cambio de manos (algunos en pleno proceso de negociación) entre distintos agentes de la cadena. Es innegable que la cadena industrial ha atravesado un proceso de extranjerización en las últimas dos décadas. La más evidente se dio con el desembarco de las multinacionales brasileñas Marfrig, Minerva y JBS (esta última dejó el país en 2017 con la venta de Canelones a Minerva). Estos gigantes norteños de la proteína animal se expandieron a nivel mundial por los millones que en su momento puso a disposición el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) de Brasil para apalancar su estrategia de internacionalización. Con sus plantas, Marfrig y Minerva tienen hoy más del 50% de la faena vacuna en Uruguay.

Luego de un período de cierta tranquilidad, en el último año el proceso de compraventa de frigoríficos en Uruguay recobró impulso. La primera noticia que sacudió el avispero y dejó una sensación amarga para los productores y autoridades del Poder Ejecutivo fue la salida de la japonesa NH Foods del frigorífico BPU en Durazno, una de las plantas de faena más modernas de la región, a manos de Minerva Foods a principios de este año. Más allá de la inquietud y preocupación que dejó que Minerva se hiciera de su cuarta planta en el país (ya tenía Pul, Carrasco y Canelones) por el efecto concentración, muchos todavía no encuentran una explicación a por qué la multinacional japonesa compró un activo por una cifra récord de US$ 135 millones y luego lo terminó vendiendo por US$ 40 millones. “Que se cansó de perder plata”, “que nunca pudo lidiar con su sindicato”, eran a algunos de los argumentos que escucharon en su momento. Lo concreto es que Uruguay perdió en ese entonces un jugador de fuste que podía darle cierta ventaja comparativa para mejorar el acceso a uno de los mercados que mejor paga por la carne vacuna en el mundo: Japón.

Luego se dio el “bombazo” al decir de muchos cuando, sobre agosto de este año, se dio a conocer el acuerdo por el cual Minerva Foods adquiría gran parte de las plantas de faena de Marfrig (16) en la región, incluidas tres (San José, Salto y Colonia) de este último en Uruguay. Esta operación todavía no está cerrada porque resta una resolución de la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia (Coprodec), que deberá ser confirmada, rectificada o rechazada en última instancia por el Poder Ejecutivo.

Pero los movimientos no se detuvieron ahí. Esta semana se confirmó la salida del grupo argentino Pérez Compac de Frigorífico San Jacinto, con la novedad de que esta vez el comprador es un grupo uruguayo (Frigorífico Pando), en una negociación que está “avanzada”, según Faxcarne. También hoy otros rumores que apuntan al cambio de manos de otras plantas de menor porte, pero, por ahora, son solo rumores.

A lo largo de la última década se dieron otros movimientos y arribo de capitales en otras industrias de menor tamaño como en su momento fue el desembarco del grupo chino Sundiro Holdings, que hoy tiene los frigoríficos Lorsinal y Rosario. En tanto, en diciembre del año pasado se confirmó el desembarco del Grupo Lequio (argentino), que hace poco más de un mes atrás reabrió el Frigorífico Florida.

Al decir de la icónica frase de Galileo Galilei la industria frigorífica Eppur si muove (Y sin embargo, se mueve). Para algunos se cumplió un ciclo o los números no dieron. Para otros, es un negocio que tiene futuro.