Karina Henderson, directora del INC.

Karina Henderson, directora del Instituto Nacional de Colonización (INC), repasó su trayectoria vinculada al trabajo rural y explicó las líneas en las que se enfocará su gestión en los próximos cuatro años.

Nacida en el medio rural de Salto, en el seno de una familia de pequeños productores tamberos, Karina Henderson construyó su trayectoria entre el trabajo de campo, la gestión gremial y la defensa del acceso a la tierra. Productora ganadera y referente de la Comisión Nacional de Fomento Rural, Henderson llegó al Directorio del Instituto Nacional de Colonización (INC) con el objetivo de fortalecer las políticas de inclusión territorial y de acompañamiento a los nuevos colonos. Facilitar la incorporación de mujeres y jóvenes al sistema, dar continuidad al proyecto de María Dolores y profundizar los apoyos técnicos y financieros a los colonos fueron parte de los temas que abordó en entrevista con La Lechera.

 ¿Cómo fue el camino que te llevó a integrar el Directorio del Instituto de Colonización?

Vengo trabajando hace muchos años en temas de acceso a tierras. Comencé participando en la Mesa de Desarrollo del Basalto Profundo de Salto, representando al grupo de mujeres de Colonia Antonio Rubio y a la Sociedad de Fomento Rural de la colonia. Desde ahí tuve vinculación con la Reunión Especializada de Agricultura Familiar (REAF), donde el acceso a la tierra —especialmente para mujeres y jóvenes— siempre fue un tema central.

Luego integré la Comisión Nacional de Fomento Rural y quedé como delegada en la Comisión de Acceso a la Tierra. Fue ahí donde profundicé en el análisis de los perfiles de los aspirantes, y se hizo evidente la dificultad que enfrentan las mujeres por la falta de capital o de acceso a crédito. En el Directorio del INC sigo esa misma línea de trabajo, pero ahora desde el propio instituto, tratando de traducir esas necesidades en políticas concretas.

 “La titularidad compartida fue un paso muy importante para reconocer el trabajo de las mujeres rurales"

Sos productora ganadera de Salto. ¿Cómo fue tu experiencia en ese proceso de acceso a la tierra?

Mi familia fue de pequeños productores tamberos. Nací y me formé en el medio rural. Luego, junto a mi esposo —hijo de productores hortícolas— comenzamos a trabajar en ganadería, criando terneros en chacras arrendadas. Durante muchos años intentamos acceder a tierras como aspirantes a colonos; fueron 23 años de presentarnos a distintos llamados hasta lograrlo.

En un momento pudimos arrendar un campo, pero los contratos privados son a corto plazo y con el auge de la soja se volvió muy difícil competir con los precios que pedían los propietarios. Esa es una de las grandes limitantes para los pequeños productores. Finalmente, accedimos a una fracción de colonización, y en ese momento se aprobó la titularidad compartida, un paso muy importante para que las mujeres que trabajan en el predio también figuren como titulares.

 “Queremos facilitar garantías y períodos de gracia para quienes acceden a su primera fracción”

Tu experiencia personal se cruza con tu enfoque actual en el Directorio. ¿Dónde te gustaría dejar huella en esta gestión?

Queremos profundizar los apoyos para mujeres y jóvenes. En el período anterior hubo un llamado específico para mujeres, y la idea es avanzar sobre esa base. Estamos trabajando con el equipo técnico del instituto para diseñar mecanismos que faciliten el acceso, como períodos de gracia más largos para la conformación de garantías o líneas diferenciadas de crédito.

Además, buscamos fortalecer el acompañamiento técnico, porque muchas veces la mujer jefa de hogar o el joven que recién accede a una fracción necesitan más tiempo y apoyo para consolidar su producción. También estamos relevando las cinco experiencias del llamado anterior —una individual y cuatro colectivas— para conocer sus avances y dificultades, y ajustar los programas futuros en función de esos resultados.

 “El proceso de María Dolores busca que los colonos lleguen con infraestructura lista para producir”

Mencionás también el apoyo a los jóvenes como prioridad. ¿Qué enfoque le querés dar a ese eje?

Es fundamental que los jóvenes entre 18 y 29 años tengan la oportunidad de acceder a la tierra. No se trata solo de asegurarles un campo, sino de permitirles decidir si ese camino es el que quieren. Si después de algunos años el joven determina que la producción rural no es lo suyo, no debemos verlo como un fracaso, sino como una oportunidad más de aprendizaje y de vida. El Instituto tiene que ofrecer esas oportunidades con acompañamiento, sin rigideces.

 “El acceso a la tierra debe ser una oportunidad, no una carga: si un joven prueba y decide otro camino, no es un fracaso”

El proyecto María Dolores ha estado en la agenda pública. ¿Cómo evaluás el proceso hasta ahora?

Dentro del Instituto, el proceso sigue los pasos habituales cada vez que se adquiere un campo. La fracción pasa a la regional correspondiente, y los técnicos planifican su destino mientras se completan los trámites administrativos. Es un proceso que puede parecer lento desde afuera, pero garantiza seguridad jurídica y técnica al futuro colono.

Mientras tanto, se realizan arrendamientos transitorios —como el actual para uso agrícola y forrajero— para que la tierra no quede improductiva y se mantenga en buen estado. El objetivo es que, cuando se adjudique la fracción, el colono pueda empezar a producir con la infraestructura lista. 

¿Cuándo se prevé que los primeros colonos comiencen a instalarse?

La idea es que puedan hacerlo en la primavera de 2026. Hay trámites legales que llevan tiempo, como la subdivisión de padrones, la caminería, los sistemas de riego, la energía eléctrica y la vivienda. Estamos trabajando con MEVIR para definir si las viviendas se construirán directamente por el instituto o si los adjudicatarios podrán hacerlo por su cuenta. Lo importante es que todo esté pronto para que los productores puedan instalarse y producir en las mejores condiciones. 

Otro tema en discusión ha sido el destino de los olivares del predio. ¿En qué etapa está esa definición?

Hay interesados en la compra de los olivares y también en el casco de la estancia, y se están formando los expedientes correspondientes. El Directorio todavía no tomó una decisión sobre el destino final, porque se está evaluando el impacto y las alternativas posibles. También la UTEC manifestó su interés en instalarse en parte del predio. Todo está en estudio y se resolverá una vez que se tenga el análisis completo.

 

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