La falta de conocimientos científicos se correlaciona con temores indebidos sobre la modificación genética, según un nuevo informe del Pew Research Center, un think tank con sede en Washington DC, publicado por el sitio Agroalimentando.com.

Esta es una de las principales conclusiones del informe que analiza las actitudes de los estadounidenses hacia los riesgos que plantean algunos alimentos. Los investigadores estiman que aproximadamente la mitad del país considera que los alimentos modificados genéticamente (GM), o transgénicos, son peores para la salud (49%).

En general, las mujeres son un poco más propensas a desconfiar de la modificación genética en los alimentos. Eso es especialmente importante porque, en todo el país, las mujeres tienen más probabilidades de influir en lo que comen las familias.

Las mujeres también están más inclinadas que los hombres a decir que es muy probable que los alimentos transgénicos causen problemas de salud para la población en general (30% frente al 17%) o que generen problemas para el medio ambiente (27% frente al 16%). En contraste, el reporte muestra que es más probable que los hombres esperen resultados positivos para la sociedad en los alimentos transgénicos.

El otro predictor importante de cómo se sienten las personas acerca de la ingeniería genética es su nivel de alfabetización científica. Según las respuestas de los encuestados, el 38% de aquellos con altos niveles de conocimiento científico creen que los alimentos GM son peores para la salud que los alimentos no-GM, mientras que el 52% de los que tienen bajo conocimiento científico dicen lo mismo.

Un estudio diferente de Pew encontró que la mayoría de los estadounidenses creen que los científicos están divididos en cuanto a la seguridad de los alimentos modificados genéticamente, aunque ese no es el caso – más de 250 instituciones técnicas y científicas alrededor del mundo afirman que son alimentos seguros.

Lo que sí es claro es que hay países que utilizan este tipo de temores de la ciudadanía para poner trabas a la importación de alimentos genéticamente modificados, como claramente sucede en la Unión Europea.