Desde Shanghái, China

En la ciudad de Shenzhen, contigua a Hong Kong y con unos 20 millones de habitantes, la población de alto poder adquisitivo —que no es poca— sabe que la buena carne se valoriza y así la paga.

Shenzhen es una ciudad joven dentro de la china milenaria, con un enorme desarrollo en las últimas cuatro décadas. Su propia población la considera como una ciudad de “emprendedores”, donde están instaladas algunas de las grandes fábricas de China, caso de BYD.

En un supermercado de alta gama, al que concurre población de alto poder adquisitivo, los precios de la carne vacuna y ovina dejan bien en claro que esos consumidores están dispuestos a pagar buena plata por un producto de calidad. Por ejemplo, un bife angosto australiano, de animales terminados a corral por 150 días, se paga alrededor de US$ 50 el kilo. El mismo precio, aproximadamente, pagan los consumidores por costillitas de cordero de origen neozelandés.

La heladera con productos Wagyu no es chica y los precios acordes a la valorización que siempre tiene esta carne de origen japonés. Un bife angosto se paga en el entorno de los US$ 300 por kilo.

Lamentablemente, no había carne uruguaya en ese supermercado de alta gama.

Estos precios al consumidor difieren mucho de lo que se paga por la carcasa vacuna en el mercado mayorista. El precio es de unos US$ 8,75 el kilo y con una consistente tendencia a la baja en el último año. Doce meses atrás cotizaba en el eje de los US$ 10,5.