El doctor Héctor Bonomi, integrante de Gensur Uruguay, dijo que “la eficiencia reproductiva es la primera que golpea a toda la cadena productiva, y por eso debemos trabajar a fondo para obtener cada vez más terneros”. Explicó que las herramientas claves para lograr mayor productividad combinan buen manejo, adecuada nutrición, tecnologías reproductivas y genética de calidad.
El profesional destacó el papel de la inseminación artificial, que ha mostrado un crecimiento sostenido. “Hace 15 años apenas un 5% del rodeo nacional era inseminado; hoy esa cifra ya supera el 15%, y puede seguir creciendo. Es una forma muy rápida de difundir la buena genética y eso es muy valioso”, afirmó.
Uno de los grandes motores de esta transformación ha sido la inseminación artificial a tiempo fijo (IATF), cuyo impacto califica de “explosivo”. Según Bonomi, la técnica permitió incorporar a la inseminación categorías de vacas que antes no se consideraban aptas. “La IATF sincroniza las ondas foliculares y posibilita inseminar todo en un mismo momento. Incluso saca del anestro a vacas en estado superficial. Así ingresó un volumen de hembras a la tecnología que nadie esperaba”, detalló.
El toro
El rol del toro en este proceso sigue siendo fundamental. “Hay toros que hemos llegado a vender hasta 10.000 dosis en una temporada. Elegir un buen padre es clave, porque la decisión se multiplica de forma exponencial. Pero también puede cerrarte caminos si la elección no es correcta, por eso hay que ser muy cuidadoso”, advirtió. Al mismo tiempo recordó que en el pasado se cometieron errores de selección que terminaron costándole caro al país, como la utilización de animales de gran porte poco adaptados a las condiciones pastoriles.
En su análisis, Bonomi subrayó que hoy existen más herramientas para evaluar qué toros deben convertirse en padres y qué toros no. El avance del conocimiento y la disponibilidad de información permiten tomar decisiones más ajustadas a cada sistema productivo. “Tenés que tener bien claro cuál es el producto que necesitás. Hoy la genética no admite improvisaciones”, señaló.
Dentro de esa búsqueda, destacó el potencial de los cruzamientos como herramienta aún poco explotada en Uruguay. “El vigor híbrido no se aprovecha lo suficiente. La vaca de último ternero puede destinarse a un cruzamiento con una raza que rinda más en corrales o que gane más kilos. Ahí tenemos un campo muy interesante para seguir trabajando, y la inseminación simplifica mucho esas posibilidades”, agregó.